«FLOR DE ARAGUANEY», UN PASO POR EL INFIERNO
Ataramiñe presentó ayer en Gasteiz “Flor de Araguaney”, versión en castellano de la novela “Araguaney lorea”, escrita por Martin de Aranezio «en homenaje a Maria Mercedes Antxeta», vasco-venezolana muerta en 1961 tras ser torturada por la Policía en Donostia. Una historia basada en testimonios y denuncias reales de personas torturadas.

«Este no es el libro que al autor le hubiera gustado escribir», avisa la introducción de “Flor de Araguaney”, y explica el motivo. «No lo es porque en un principio el objetivo era realizar una crónica donde se relatara con el mayor lujo de detalles lo que sucedió en Donostia con la vasco-venezolana Maria Mercedes Antxeta en el verano de 1961». Podría decirse que el libro consiste en una investigación cuya crónica, ante el contundente silencio con que el autor se ha topado a cada paso que daba, hubo de convertirse en novela. Una novela cuya ficción se desarrolla sobre la base de testimonios y denuncias de torturas reales .
Ayer tarde, en la librería gasteiztarra Eva Forest Liburutopia, tuvo lugar la presentación de la versión en castellano de la mencionada novela, originalmente “Araguaney lorea”, publicada por Ataramiñe, editorial que desde 2002 se dedica a promover y publicar trabajos creativos de presos, exiliados y deportados políticos vascos. Los responsables de la editorial Oier Gonzalez y Jokin Urain, y la autora de la portada, Arantza Eziolaza Galan, explicaron los pormenores de la gestación del trabajo. Un libro «muy duro y crudo pero necesario», escrito por Martin de Aranezio, seudónimo empleado por el autor, «en homenaje a María Mercedes Antxeta. En homenaje a todas las flores de araguaney destruidas».
La novela saca a la luz el caso de torturas de Maria Mercedes Antxeta, silenciado durante décadas. Venezolana descendiente de refugiados y refugiadas vascas de la guerra del 36, en julio de 1961 vino a Donostia con intención de conocer la tierra de su padre y su madre, y se vio envuelta en los incidentes que hubo en la capital guipuzcoana con motivo del 18 de Julio. Hubo varias detenciones, entre ellas la de la propia Antxeta. Seis días duró su detención, al cabo de los cuales regresó a Venezuela. Sin embargo, 40 días después murió a causa de las torturas padecidas en las dependencias de la Brigada Político Social que comandaba el tristemente conocido Melitón Manzanas.
FICCIÓN BASADA EN HECHOS REALES
En el libro se evoca aquella época, en la que surgió ETA, así como el oscuro mundo policial de Donostia o el panorama sociopolítico de Venezuela, si bien el elemento central de la narración es la tortura, resumida en el crudo relato del infierno padecido por Antxeta, y su enorme esfuerzo por sobrevivir, en ocasiones recurriendo a sus recuerdos de infancia.
En los archivos oficiales de Venezuela y del Estado español no ha sido posible encontrar información al respecto; tampoco hay rastro alguno de descendientes o familiares de la joven, y en su día hubo muy escasas denuncias y noticias al respecto. El único medio de comunicación que denunció las torturas sufridas por María Mercedes Antxeta en 1961 fue el diario “El Nacional” de Caracas, en un editorial rescatado con el fin de «ceñirse lo más posible a los hechos, sobre todo en relación con los tormentos a los que se sometió a Antxeta». Afirma el autor que los métodos de tortura más duros que utilizaron con ella se han reflejado en la historia «tal y como los dio a conocer el diario “El Nacional” en el editorial publicado».
Haciendo de la necesidad virtud, Martin de Aranezio ha suplido la falta de información sobre el caso con la ficción, para ofrecer una mirada integral sobre una lacra que sigue azotando al mundo. Cuenta una historia real, novelada pero basada en innumerables testimonios y denuncias reales de personas torturadas de un pequeño país, Euskal Herria, donde la tortura ha sido habitual hasta hace poco. Precisamente, esta misma semana se ha hecho pública la convocatoria de la asamblea nacional constituyente de la red de los innumerables torturados y torturadas de Euskal Herria, que tendrá lugar el 15 de febrero en Donostia, con el fin de exigir su «reconocimiento público, social y oficial».
Jokin Urain, encargado de las labores de edición del libro, recordó ayer esa necesidad de reconocimiento: «En Euskal Herria ha habido miles de personas torturadas, pero no es suficiente cuantificar los casos, es preciso dotarles de una consistencia, sacándolos a la luz y denunciándolos una y otra vez hasta lograr su reconocimiento. Como afirma el autor, la tortura no es algo de un pasado lejano, sino algo que han practicado con enorme impunidad y con la silenciosa ayuda de muchos».
ANTXETA, LASA Y ZABALA...
La ilustradora gasteiztarra Arantza Eziolaza Galan es la autora de la imagen de portada. Para crearla, intentó ponerse en la piel de Antxeta. El resultado es el rostro de una mujer sufriendo y, debajo, sus manos sosteniendo varias flores de araguaney, el árbol emblemático de Venezuela, que acude a los recuerdos de Antxeta durante su calvario.
Una denuncia demoledora de la tortura en cualquier época y bajo cualquier tipo de régimen, esa práctica que «no ha sido sino la defensa de los intereses de las clases dominantes en el Estado en cada momento». Martin de Aranezio cita al investigador de la tortura Darius Rejali para referirse a la relación de los Estados llamados democráticos con la tortura: «Según Rejali, todas las peores innovaciones en el ámbito de la tortura se han realizado en el seno de las llamadas sociedades democráticas; denuncia por ello la hipocresía de esos Estados que nos quieren hacer creer que la práctica del tormento es algo del pasado, propio de sociedades no democráticas. En su obra “Torture and Democracy”, denuncia que los Estados democráticos han perfeccionado los métodos de la tortura con el único fin de encubrirla, de que no deje huella en los que la padecen».
Y reflexiona en torno a ese extremo: «¿Podemos creer que existe alguna diferencia entre los tormentos a los que fue sometida Maria Mercedes Antxeta y otros miles de detenidos de esa época a manos de Melitón Manzanas y sus agentes de la BPS en 1961, y los tormentos a los que fueron sometidos Joxean Lasa y Joxi Zabala en 1983 a manos de la Guardia Civil de Galindo y sus tropas? No existe ninguna diferencia excepto que la primera los sufrió en una época en la que podemos considerar que era ‘normal’ que ocurrieran, en pleno franquismo, y que Joxi y Joxean sufrieron el tormento con la ‘democracia’ ya establecida. Los dos casos nos demuestran que, sea en la época que sea, el Estado recurre a la tortura como una de sus principales herramientas para someter a los disidentes o, en el caso de Antxeta, a quien pensaban que lo era».
Por el mero hecho de desear conocer la tierra de sus ancestros, donde encontró la tortura, la misma tortura de cientos de años antes, actualizada. Y la impunidad y todos los aparatos que la hacen posible. Después, la muerte y el silencio. Un silencio en torno suyo que ha roto este libro y que ha de romper quien haya pasado por el infierno de la tortura con un poco más de suerte que Maria Mercedes.

GARA es segundo en Gipuzkoa y NAIZ sigue creciendo con fuerza

«Goonietarrak», 40 urte: bihotzeko ganbaran gordetako altxorra

«Elektronika zuzenean eskaintzeko aukera izango dugu orain»

«Gizarte aldaketa handi bat» eskatu du euskararen komunitateak
