Es lo que parece
La sospecha fundada de la existencia de una caterva judicial muy retrógrada, extremista, machista y alineada de manera inequívoca con los aires de la involución trumpista en marcha se convierte en evidencia conforme se van sucediendo las decisiones, los comunicados, las formas y el fondo generalizado. Tenemos ahora la oronda figura del juez Adolfo Carretero al que escuchamos interrogando de dos maneras bien diferentes a la supuesta víctima de violencia sexual, Elisa Mouliaá, y el presunto abusador, Iñigo Errejón, y que ya le hemos visto en foto, en movimiento y entrevistado ejerciendo de ofendidito, asegurando que está sufriendo un linchamiento social.
Si no me dicen que es juez yo lo identificaría a primera vista como un chatarrero, quizás un charcutero de hipermercado, pero es juez magistrado con poder que asegura que usaba en las preguntas morbosas que hizo a la denunciante un lenguaje de la calle y que si hubiera sabido que se iban a conocer públicamente hubiera usado otro tono, porque dice que, al tener un módulo en una cuerda vocal, su tono se hace más imperativo. Mentira, con Errejón su módulo le ayudó a terminar alguna frase del acusado en su declaración y a un compadreo viscoso y cómplice.
Por lo tanto, en este caso, como en tantos otros, este juez es lo que parece. Machista, conservador, moralista, morboso y crecido. Las cerca de mil denuncias recibidas en la Unidad de Atención Ciudadana del CGPJ por su actitud han servido para que le abran una diligencia informativa y, de paso, bloquear temporalmente ese servicio ciudadano desconocido por la inmensa mayoría.

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