Un barco de la Marina italiana trasladó ayer al puerto albanés de Shengjin a 49 migrantes interceptados el fin de semana en aguas del Mediterráneo Central cuando trataban de llegar a Italia. Se trata del tercer intento del Gobierno de Giorgia Meloni después de que los dos traslados anteriores fueran anulados por la Justicia y tras un paréntesis de dos meses en su polémico plan, acordado con Albania, y sin esperar al fallo del Tribunal de la UE, que debe determinar si esa actuación es legal.

Los 49 deportados son en su mayoría de Bangladesh, Egipto, Costa de Marfil y Gambia. En el centro de Shengjin serán identificados y sometidos a un examen médico, ya que si se detectan condiciones vulnerables serán devueltos a Italia, como ya ocurrió en los traslados anteriores.

Los dos primeros intentos fracasaron porque la Justicia italiana no convalidó los traslados al estimar que ni Egipto ni Bangladesh son seguros en su totalidad y reclamó la intervención del Tribunal de Justicia de la UE. Desde entonces los centros estaban vacíos, vigilados y gestionados por un personal reducido, lo que ha provocado fuertes críticas al Gobierno por los gastos.

Este tercer intento coincidió con la apertura por parte de la Fiscalía italiana de una investigación contra Meloni y sus ministros de Justicia e Interior por la liberación la semana pasada del jefe de la Policía judicial libia, Osama al-Masri Njeem, buscado por la Corte Penal Internacional acusado de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Al-Masri fue puesto en libertad tras ser arrestado en Turín. La Fiscalía investiga si hubo encubrimiento y malversación.