Apátrida
Ayer se conmemoró el 80 aniversario de la liberación de Colmar, última ciudad liberada de Alsacia, una provincia germanófona que París perdió en la guerra francoprusiana de 1871, recuperó tras la primera guerra mundial, volvió a dejar en manos alemanas en 1940 y hoy día permanece diluida en la artificial región del Gran Este. Al desfile militar acudió Emmanuel Macron, pero no ofreció ningún discurso, solo conversó con algunos asistentes colocados allí por azar: una octogenaria que le pidió poner orden en el Parlamento, un colegial que se quejó del acoso escolar y un inmigrante afgano que le rogó ayuda para las mujeres perseguidas por el régimen talibán. Grandioso. Mientras tanto, el Gobierno de Bayrou intenta aprobar un presupuesto que incluye una inyección financiera con un nuevo impuesto a las grandes empresas que ha enfadado al hombre más rico del mundo junto con Elon Musk, Bernard Arnault, un tipo que hizo fortuna con el el negocio inmobiliario para pasarse después al mercado del lujo adquiriendo entre otras empresas Dior y Louis Vuitton, y colocando su fortuna en paraísos fiscales para evitar pagar impuestos en su país. Lo que demuestra una vez más que el capital es apátrida, por mucho que Macron se empeñe en agitar la bandera tricolor.

El Patronato del Guggenheim abandona el proyecto de Urdaibai

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»
