Alberto PRADILLA
NUEVO EJECUTIVO EN EEUU

Aranceles: la estrategia de chantaje de Trump se repite

México vivió una semana frenética tras el anuncio de Donald Trump de imponer un 25% de aranceles a todas las exportaciones a EEUU. La presidenta Claudia Sheinbaum ganó una moratoria de un mes llenando la frontera de militares para frenar el paso de migrantes e impedir el flujo de fentanilo. Habrá que ver si la amenaza se convierte en el modus operandi durante los próximos cuatro años.

(Giorgio VIERA | AFP)

La imposición de aranceles se ha convertido en la principal arma retórica del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra sus vecinos de México y Canadá. Aunque lo había anunciado, mucha gente quedó a contrapié el sábado 1 de febrero, cuando el inquilino de la Casa Blanca firmó las órdenes en las que imponía la tasa del 25% a todos los productos que llegasen del norte y del sur. Apenas 24 horas después, suspendió la medida, dando un respiro a sus socios, que siguen con la espada de Damocles sobre sus cabezas. Esta parece que va a ser la forma en la que el mandatario va a relacionarse con el mundo: amenazas y chantajes para sentarse con fuerza en la mesa de negociación. En realidad, no es una estrategia nueva. Ya la puso en práctica durante su anterior mandato, entre 2016 y 2020, especialmente los dos últimos años, con Andrés Manuel López Obrador al frente de México. La amenaza de los aranceles juega un doble rol en la retórica de Trump: por una parte, funciona como amenaza para negociar sobre otros asuntos como la migración. Por otra, refuerzan la retórica proteccionista de Trump, que promete reconstruir la economía estadounidense.

Las amenazas de Trump generan en México una especie de sensación de incredulidad. Ocurrió con las deportaciones masivas y también ocurre con los aranceles. No es que las autoridades mexicanas no crean al magnate capaz de todo, pero sí fían mucho a la esperanza de que, al final, no llegará tan lejos. Por eso, cuando el sábado firmó la orden de imponer aranceles, sonaron todas las alarmas. México es el principal socio comercial de EEUU y casi el 80% de sus exportaciones se dirigen hacia el norte. Además, muchas empresas estadounidenses tienen sus plantas al sur del Río Bravo o reciben sus productos de las maquilas mexicanas. Un incremento de aranceles era visto como una posible catástrofe, por mucho que la presidenta contraatacara asegurando que ellos también podrían imponer tasas.

AL FINAL, LA AMENAZA DE LOS ARANCELES DURÓ APENAS 24 HORAS.

El domingo, Trump anunció una moratoria de un mes mientras que inician las negociaciones. Días después, su homóloga Sheinbaum hizo su primer movimiento: mandó a 10.000 militares a la frontera para frenar el cruce de migrantes y el flujo de fentanilo, el opioide sintético que mata anualmente a 80.000 estadounidenses. En realidad, estamos ante una repetición exacta de lo que ocurrió 6 años atrás con López Obrador. Entonces, el mandatario mexicano había llegado a la presidencia con la promesa de un trato humanitario a los migrantes y se encontró con un éxodo masivo procedente de Centroamérica.

En junio de 2019, después de las amenazas de Trump, López Obrador cambió su estrategia y militarizó las fronteras norte y sur para impedir el paso de migrantes. En aquel tiempo se anunció el envío de 15.000 uniformados que debían desplegarse, también, en los estados del norte como Baja California, Chihuahua o Tamaulipas. También en esa época México presumía su eficacia a la hora de frenar la llegada de familias pobres que escapaban de la violencia: el entonces canciller, Marcelo Ebrard, aseguró que el flujo de migrantes había descendido un 70%. Es exactamente la misma bajada que ahora reivindica Sheinbaum.

En el ámbito migratorio, la verdadera pelea de la presidenta mexicana es no ser el receptor de miles de deportados de origen venezolano o nicaragüense, países donde Washington no envía vuelos de devolución. Aunque la receta es la misma, el contexto ha cambiado radicalmente. Ya no son solo centroamericanos fácilmente deportables por México los que huyen, sino que estamos ante un éxodo global. Ante los nuevos retos, nuevas amenazas. No es solo México el que se pliega ante las amenazas de Trump. Recientemente, el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo anunció que no solo recibiría a más compatriotas deportados, sino que también estaba dispuesto a que lleguen expulsados procedentes de otros países. Su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, convertido en dictador tras reelegirse saltándose las propias leyes del país, dio un paso más y ofreció su cárcel de máxima seguridad para recibir “delincuentes” procedentes de EEUU. Otro modelo de externalización de la seguridad.

LA LUCHA CONTRA EL FENTANILO ERA LA OTRA EXCUSA QUE UTILIZA TRUMP PARA AMENAZAR CON LOS ARANCELES

. El presidente estadounidense acusa a México de permitir que el opioide llegue a su país sin límite, obviando que es la demanda de su población la que ha incrementado el flujo de esta droga. Aquí, la estrategia de Sheinbaum es diferente a la de su predecesor López Obrador. Mientras que el expresidente popularizó la política de “abrazos, no balazos”, la actual mandataria ha puesto al policía Omar García Harfuch al frente de la Seguridad y todas las semanas presume de detenciones e incautaciones. Sin embargo, no es suficiente para Trump, que insiste en el chantaje para obligar a México a ser más expeditivo contra los cárteles. En realidad, es imposible frenar el flujo de drogas, como tampoco se puede poner fin a los grupos criminales mexicanos de la noche a la mañana. Así que los aranceles, en este ámbito, suenan más a retórica que a algo que pueda medirse de forma efectiva.

Paradójicamente, la imposición de impuestos podría tener un efecto opuesto a lo que Trump afirma que busca, debilitar a los cárteles. El encarecimiento de las exportaciones podría reforzar a estas estructuras, que tienen canales para cruzar la frontera sin pasar por aduana. No se puede olvidar que estos grupos surgieron, precisamente, de la necesidad de consumo de EEUU. El cártel del Golfo, la estructura criminal más antigua, se creó en los años 20 del siglo pasado aprovechando la Ley Seca que impedía vender alcohol al norte del Río Bravo. Actualmente sus negocios no se limitan a las drogas. También controlan negocios de exportación de productos legales que no pasan por aduana y que se venden en EEUU, como los medicamentos. Un arancel del 25% podría llevar a empresas estadounidenses a recurrir al mercado ilegal para no encarecer sus productos.

Al margen del control de la frontera, estamos también en una guerra económica que tiene como objetivo a China. Uno de los objetivos de Trump es obligar a México a alejarse del gigante asiático. Y en esto, también parece haber tenido éxito. Una de las campañas más intensas desplegadas por Ebrard, ahora como secretario de Economía, han sido los operativos contra la mercadería china.

De fondo, queda pendiente la negociación del TMEC, el tratado de libre comercio entre México, Canadá y Estados Unidos. En esto, Sheinbaum también ha lanzado un mensaje de buena voluntad. Recientemente se derogó la prohibición de importar granos de maíz genéticamente modificados, una medida que venía impuesta por el Panel de Solución de Controversias que rige el tratado comercial. Además, está previsto que el próximo año se revise el documento, por lo que cada una de las partes trata de llegar en la posición más ventajosa y Trump puede utilizar el chantaje para obligar a México a someterse a los intereses de las empresas estadounidenses.

Trump regresa a la Casa Blanca más beligerante que nunca. Pero habrá que ver hasta qué punto está dispuesto a tensar la cuerda y abrir la guerra comercial o si, como hasta ahora, la amenaza de los aranceles no pasa de un recurso retórico con el que ejercer su papel de abusón en la política internacional.