Amasijo de emociones y sensaciones
Hay temporadas que esta cita semanal parece una sección de obituarios. Traigo hoy a Lander Iglesias porque forma parte de un grupo de gente de teatro que llevaba desde los años setenta inmerso en proyectos diversos. Desde “Akelarre” a “Teatro Gasteiz”, pasando por “Txirene” o “Laurentzi”, de actor con Nuria Espert, Mario Gas, Lluís Pasqual, José Carlos Plaza, Ramón Barea o Emilio Sagi. Su hoja de servicios es amplia, variada, situada en un nivel variable de estabilidad.
En los últimos meses iba al teatro con él, cuando ya estaba muy asaetado por la maldita enfermedad. Incluso asistí al estreno en la rescatada sala madrileña Nuevo Montacargas de su última dirección, una obra escrita por Alberto Iglesias, que posteriormente editó Artezblai. Durante años colaboramos de manera estrecha en varios montajes. Las circunstancias lo fueron aislando, su carácter no era precisamente una dechado de diplomacia, de cerca era un tipo muy divertido, capaz de hacer cualquier cosas con sus manos, además de actuar, dirigir o iluminar de una manera solvente.
Por eso me sale este amasijo de sensaciones y recuerdos emocionados que no son capaces de trasmitir mi admiración por el profesional y mi dolor por la pérdida de una persona con la que tanto soñé.

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