Palacio
El histórico Versalles se encuentra en el departamento francés de Yvelines, al oeste de París, de donde es originaria la portavoz gubernamental, Sophie Primas. Antes de vocera macronista, fue senadora del principal partido de derechas y, antes, alcaldesa de un pequeño municipio tranquilo y agradable que, a pesar de ello, supura «racismo antiblanco», como atestigua la propia hija de la susodicha, tratada en su instituto como «sucia blanca» en un hecho gravísimo nada comparable con la casi inexistente xenofobia que anida en la sociedad francesa de piel clara, representada en los cuerpos de seguridad del Estado defensores de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, como testimonia, o será más bien que no, el informe “Policía y racismo” que, por alguna misteriosa razón, lleva cuatro años durmiendo en los cajones ministeriales. Es lo que tiene esconder y alterar la realidad, que un día llega uno a ser presidente de la República y al siguiente descubre que las redes sociales francesas ultras primero y que ciertos medios de extrema derecha americanos afines a Trump después, alientan la idea de que la primera dama francesa nació varón. En lugar de desfilar junto con miles de personas el sábado en la marcha de París contra la intolerancia, Macron y su mujer prefirieron seguir cerrando los ojos y ocultarse en palacio.

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