Raimundo FITERO
DE REOJO

Liturgia y propaganda

El funeral, procesión y entierro de Jorge Mario Bergoglio, para el relato católico televisado Francisco, se podría considerar como una suerte de reto litúrgico o, dicho en términos más contemporáneos, es como una competencia entre la liturgia tradicional de culto y adoración y la propaganda global con proyección política de repercusión incontrolada para consumo de analistas de inspiración colombófila y teólogos de la conspiración púrpura.

En esta semana papal, esta ceremonia de la muerte, la intoxicación sublimada a base de incienso, los cantos ancestrales que crean espacios de angustia y reflexión incalificable, y las movilizaciones incesantes de personas de todo el mundo en un peregrinaje que funde turismo y pertenencia, lo que queda destacado es esa rara unanimidad para convertir este cambio parcial del equipo directivo de una institución privada milenaria, que han compartido los medios de comunicación de todas las tendencias y de todos los puntos del mundo occidental. La loa, el relato, la especulación sobre un futuro incierto, la pasarela de esos varones con faltas y solideo que van a encerrarse para repartirse los puestos de poder más relevantes de la multinacional.

A vista de dron, la ceremonia se asemejaba a una concentración de signos, formas y variantes del poder terrenal y una de las versiones de quienes pastorean almas e inmobiliarias. Hay una colección infinita de selfies, hay secuencias que se van a interpretar durante mucho tiempo y esa puesta en escena patética de Trump y Zelenski sentados frente a frente en una suerte de confesión sin penitencia.