Multiplícate por cero
En el doblaje al español de los Simpson, alguien se inventó una frase que ha hecho fortuna más allá del relato amarillo: «multiplícate por cero». Cuando desde el lunes pasado oímos y leemos tantas veces el concepto cero referido al gran esfuerzo tecnológico, técnico y estratégico que tuvieron que hacer los ingenieros de empresas y red eléctricas para devolver la luz y los servicios a todo dependiente del invento, nos aseguran insistentemente que lo hicieron desde cero. Cero, un concepto árabe que nos sirve para comprender las matemáticas y el infinito.
A la inversa, del cien al cero en cinco segundos. Desde el cero a casi el cien en más de veinticuatro horas. Y entremedias muchas reuniones, varias comisiones, unas cuantas ruedas de prensa, centenares de declaraciones, payasadas y un cuadro de variedades cómico-taurinas, con el perdido Feijóo, sus portavoces y el pistolero de Amurrio, en una cita con sus guardaespaldas en una plaza vacía dando un mitin histórico porque llamó de una manera descarnada capullo a Pedro Sánchez.
Quienes llevamos con los fusibles fundidos desde el último gol de López Ufarte, tenemos días que funcionamos a ciento veinticinco y con corriente alterna y a cualquier impulso, por indetectable que parezca, nos sale una rima, por lo que de repente al escuchar a Santi, el intelectual de la extrema derecha española, el amigo de los peperos más atractivos, nos rebota en la cabeza un ancestral soniquete: «Sánchez, capullo, queremos un hijo tuyo». No hay manera de acabar con el latiguillo ni poniéndome jotas navarras a tope. En el cero te espero, Lucero.

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