Ramón SOLA
EL VATICANO Y EL PROCESO VASCO

Francisco respaldó el desarme tras una carta de ETA pidiéndole apoyo

El cardenal Matteo Zuppi, uno de los candidatos al Papado en el cónclave, respaldó el acto del desarme de ETA con su presencia en Baiona en 2017. Antes la iglesia de Zokoa había acogido el primer acto de verificación y sellado, en 2014. Nada de esto fue casual; la organización vasca había escrito a Francisco I reclamándole «aliento» para un proceso en patentes dificultades.

Matteo Zuppi, segundo por la izquierda, en Baiona el 8 de abril de 2017 junto a verificadores y Artesanos.
Matteo Zuppi, segundo por la izquierda, en Baiona el 8 de abril de 2017 junto a verificadores y Artesanos. (Idoia ZABALETA | FOKU)

En enero de 2014 ETA remitió una carta directa al papa Francisco I para reclamar «aliento» y «apoyo» para un proceso de resolución que en aquel tiempo atravesaba grandes dificultades. El fallecido Jorge Bergoglio no respondió a la misiva de forma expresa ni en los términos propuestos, pero sí con dos hechos conocidos.

Uno fue la presencia del arzobispo de Bolonia Matteo Zuppi, muy cercano al pontífice, en el desarme de ETA consumado en Baiona el 8 de abril de 2017. Otro, recientemente revelado, es que el Vaticano dio además su conformidad para que el primer acto de este proceso, en febrero de 2014, tuviera lugar en dependencias parroquiales de Zokoa.

GARA ha tenido acceso ahora a aquella carta, a través de fuentes implicadas en este proceso de resolución. En la misma, que puede leerse en la página siguiente, se remarcaba la voluntad de la organización de «no quedarnos parados ante las dificultades» y «continuar trabajando para abrir vías de solución». Y por ello se planteaba a Bergoglio «que valore la posibilidad de apoyar con su aliento la búsqueda de la paz en el País Vasco».

Hay que retrotraerse al contexto de esos inicios de 2014. Habían transcurrido más de dos años desde Aiete y el fin de la lucha armada de ETA, pero seguían absolutamente bloqueadas tanto la cuestión del desarme como la de los presos. El Gobierno de Mariano Rajoy había despreciado la interlocución ofrecida por la organización, cuya delegación había permanecido a la espera en Noruega de modo infructuoso. No se entreveía salida al cortocircuito.

En un intento de desencallar la situación, apenas tres semanas después de esta carta, el 21 de febrero de 2014, militantes de ETA procederían junto a la Comisión Internacional de Verificación al sellado, inventariado y puesta fuera de uso de una pequeña parte de su arsenal. Sin embargo, el Estado español contestaría llevando a los verificadores a la Audiencia Nacional.

DE ZOKOA A BAIONA.

En la reciente presentación en Baiona del libro “Kristauak Euskal Herriko bake prozesuan” se ha revelado que el acto no se produjo en Toulouse, como se ha sopesado durante estos años, sino en la casa parroquial de Zokoa. Según detalló Mikel Epalza ante los medios, aquel paso que fue grabado en vídeo y difundido por la BBC, con Ram Manikkalingham y Ronnie Kasrils como verificadores internacionales, tuvo como escenario la casa en la que en su día había residido Pierre Larzabal, conocido como fundador de Anai Artea.

Epalza confirmó que el papa Francisco, que entonces no llevaba ni un año en la Santa Sede, tenía conocimiento del hecho y le dio su apoyo.

Tres años después, el proceso de desarme acabaría desbloquéandose gracias a la iniciativa de la sociedad civil encarnada en los Artesanos de la Paz, hasta desembocar en el acto de Baiona del 8 de abril. También aquí hubo implicación de la Iglesia católica con aval expreso de Francisco I.

A la jornada acudió el arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, miembro de la Comunidad de San Egidio y muy próximo a Bergoglio. Zuppi integró la delegación internacional que compareció ante los medios para dar fe del desarme, junto a Ram Manikkalingham y el también sacerdote Harold Good, además de los Artesanos y el alcalde de Baiona, Jean-René Etchegaray.

Además, el enviado del papa hizo un aparte con la delegación de la izquierda independentista formada por Arnaldo Otegi, Anita Lopepe y Urko Aiartza.

EL PAPEL DE ZUPPI.

El reverendo irlandés Harold Good, metodista, ya había tenido amplia participación en intentos de solución en Euskal Herria desde décadas antes, además de haber sido junto a Alec Reid verificador del desarme del IRA en su país.

Más desconocida en Euskal Herria era la figura del enviado papal. Pero Matteo Zuppi no era precisamente alguien inexperto en estas lides. Ya en los años 90 había mediado para los acuerdos de paz de Mozambique primero y Guatemala después. Luego colaboró con Nelson Mandela para el alto el fuego en Burundi en 2003. Y después de pasar por Baiona, el papa Francisco le encomendaría gestiones para intentar parar la guerra de Ucrania, sin efectos visibles.

Zuppi es considerado como un «cura de calle», cercano a los pobres y los migrantes, en la línea de Bergoglio. Figura ahora entre los candidatos a la sucesión del pontífice, aunque aparentemente con pocas opciones en el cónclave que se inicia el miércoles.

ADAPTADO AL VATICANO.

La petición de ETA se concretaba en la misiva en una muestra de apoyo a través de los términos clásicos del Papado, por ejemplo, en forma de «bendición pública». NAIZ ha podido saber que anteriormente desde la organización se barajaron otras fórmulas más materiales o prácticas, como respaldar el acto de verificado y sellado que estaba a punto de producirse. A lo que se ve, finalmente se optó por plantear una fórmula más simbólica y adaptada al proceder habitual de un pontífice católico.