Del encierro al estancamiento

Las películas ambientadas en un único espacio pueden ser una apuesta arriesgada, pero también una oportunidad para crear tensión y profundidad dramática. Esto solamente funciona si el guion, las actuaciones y la dirección están a la altura. Cuando alguno de estos elementos falla, la propuesta se resiente. Y eso es, precisamente, lo que ocurre con “Blindado” de Christopher McQuarrie.
Se trata de un remake del film argentino “4x4” (Mariano Cohn, 2019), que ya tuvo su versión brasileña (“A Jaula”, 2022). En esta ocasión, la historia sigue a Eddie Barrish (Bill Skarsgård), un ladrón que queda atrapado dentro del lujoso todoterreno que intenta robar. Lo que parecía un golpe sencillo se convierte en una trampa orquestada por el dueño del vehículo, William (Anthony Hopkins), un personaje que se mantiene casi siempre fuera de campo, presente solo a través de su voz.
La premisa es potente y el arranque promete; “Blindado” se desarrolla en clave de thriller psicológico muy entretenido y frenético, que mantiene al espectador enganchado. Pero esa misma velocidad termina jugando en su contra: no hay momentos para digerir lo que ocurre, y la tensión, en lugar de crecer, se diluye.
La película intenta tocar temas éticos complejos, pero lo hace de forma superficial, sin dejar espacio para matices, hasta desembocar en un desenlace que se convierte en un sermón moralista, cuya validez resulta, cuanto menos, discutible.
El mayor problema de la película está en el guion. Aunque el conflicto inicial está bien planteado, la narrativa se estanca y empieza a girar sobre sí misma. Lo que podría haber sido una evolución psicológica interesante se convierte en una sucesión de repeticiones que no aportan demasiado.
Un thriller con buenas intenciones, pero que no termina de cumplir lo que promete.

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