Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
HAMBURGO

Luces de neón y sombras morales

El cine ha ofrecido duros retratos de la trata de mujeres y los circuitos de prostitución. Películas como “Lilya 4-ever” (2002) han expuesto la deshumanización, la manipulación emocional y el tráfico internacional de mujeres que caen en redes de explotación. Dentro de esta línea temática se inscribe “Hamburgo”.

La historia se sumerge en el sórdido universo de la trata de mujeres en la Costa del Sol. Por un lado tenemos a Germán (Jaime Lorente), un conductor que trabaja para Cacho (Roger Casamajor), que transporta a mujeres esclavizadas entre clubes nocturnos dirigidos por mafias locales. Desesperado por cambiar su vida, toma una decisión arriesgada que lo pone en mayor peligro. Paralelamente conocemos Alina (Ioana Bugarin), una de las mujeres.

La fuerza de la película descansa sobre dos pilares: las potentes interpretaciones y la atmósfera. Lorente, Casamajor y Bugarin destacan con actuaciones intensas, especialmente esta última, que encarna con estremecedora fragilidad a una víctima atrapada en un sistema que la deshumaniza.

La puesta en escena refuerza el impacto: un thriller sombrío y sin concesiones, filmado en súper 16mm. La textura rugosa de la imagen, junto a la iluminación de neones y escenarios decadentes, construyen un entorno opresivo que potencia el tono crudo del relato.

Aunque la narrativa del filme muestra ciertas debilidades y se le ven las costuras, la película se sostiene sin problemas.

Lo que resulta cuestionable es que, en una historia sobre la explotación sexual de mujeres, el protagonismo recaiga en un hombre. Un enfoque más centrado en las víctimas habría aportado mayor profundidad y justicia al relato.