Sigo en mi petulante prospección de un futuro indefinido y mantengo que no es preciso que esperemos la llegada del meteorito, pues entre las empresas de reparto a domicilio y el turismo, algunos paisajes y muchos paisanajes van a irse diluyendo por los desagües de la especulación. Lo de la compra en las plataformas virtuales va siendo una realidad que cruza nuestro paseo cotidiano y que cierra las tiendas de nuestros barrios, muchas convertidas en apartamentos turísticos.

Parece que de nuevo se van a batir récords de visitas turísticas de manera exponencial, asunto que nos puede llevar a absurdos como que los vecinos del barrio londinense de Notting Hill hayan emprendido una campaña pintando las coloristas fachadas de sus casas de negro para que no sirvan de postal de fondo para los miles de turistas que les visitan ni para los muchos influencers. El rodaje allí de la comedia romántica del mismo nombre lo catapultó internacionalmente, pero ya era un lugar de referencia por celebrarse el vistoso carnaval caribeño desde hace décadas.

Con intenciones muy diferentes a ahogar el turismo, Trump ha prohibido por decreto la entrada de ciudadanos de doce países que considera enemigos y ha aumentado de manera obsesiva las trabas para conceder los visados a los de otros siete países. Como dice el escritor estadounidense Eliot Weinberger, EEUU es la más rica de todas las repúblicas bananeras, un concepto que se está consolidando de manera constante con las decisiones extravagantes y cambiantes de su actual presidente parangonable con cualquier oligarca.