Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
ALGO LE PASA A MI YERNO

Cuando el humor se queda en la sala de espera

Aalguien -concretamente a Arnaud Lemort- le ha parecido una gran idea reciclar el eterno conflicto ‘‘novio no aceptado por el suegro’’ en clave de comedia ligera, como si “Los padres de ella” y todos los derivados no hubiesen existido antes. Eso sí, en este caso con un toque ‘‘a la francesa’’, lo que aquí significa mezclar sonrisas forzadas con una copa de vino y algún malentendido que otro.

El resultado es “Algo le pasa a mi yerno”, una película que quiere ser accesible y simpática y que, aunque a ratos lo consigue, acaba siendo fallida.

La historia arranca con Damien, que lleva cinco años en terapia. El Dr. Beranger ya no lo soporta. Así que le echa con un reto: encontrar a la mujer de su vida. Y, contra todo pronóstico, Damien lo consigue. Tres meses después, su prometida Alice lo lleva a conocer a sus padres, pero la situación se tuerce cuando descubre que su futuro suegro es, para su horror, su exterapeuta.

Con esta premisa tan rompedora -nótese la ironía, por favor- uno podría pensar que la película ahondará en cuestiones de salud mental, relaciones humanas o al menos ofrecerá un poco de profundidad emocional. Pero no. El tema psicológico es solo una excusa narrativa que se abandona sin remordimientos a los diez minutos. Aquí se viene a por los chistes, y punto. Gags previsibles, enredos de manual y personajes que parecen sacados de un catálogo de estereotipos. Además, el exceso de secundarios impide desarrollar la comedia de manera coherente.

“Algo le pasa a mi yerno’’ es una comedia que no arriesga en nada, no aporta nada nuevo y se olvida nada más salir del cine. Su principal «logro» es recordarnos lo complicado que es hacer humor de calidad... y lo sencillo que resulta tirar de fórmulas gastadas en piloto automático.