Durante mucho tiempo, el cine ha estado dominado por narrativas heteronormativas y patriarcales. Sin embargo, algo comienza a cambiar: están emergiendo historias que antes permanecían en la sombra. En Sudamérica, por ejemplo, el movimiento trans gana cada vez más fuerza, y gracias a ello están surgiendo propuestas cinematográficas muy interesantes. Un ejemplo es “Miss Carbón”.

La película narra la historia de Carla Antonella Rodríguez, una mujer trans que se convirtió en la primera minera en una región de Argentina donde las mujeres tenían prohibido trabajar en las canteras. Fue la primera en perforar no solo la roca, sino también el espeso machismo de una cantera patagónica donde, según las supersticiones locales, la presencia femenina traía mala suerte.

Agustina Macri opta por un estilo sobrio: sin artificios, centrado en el personaje. Es una sobriedad que funciona -a veces- y que otras veces deja con ganas de más riesgo formal. La magnífica música de Maite Arroitajauregi complementa las imágenes con sutileza, sin imponerse sobre ellas. Y ahí aparece Lux Pascal, en su primer papel principal en cine, con una actuación que no necesita levantar la voz para imponer presencia. Pascal se sumerge con naturalidad en la complejidad de Carlita, quien ‘‘hackea’’ el patriarcado desde dentro.

‘‘Miss Carbón” es un retrato del mundo minero con una clara carga política, aunque sin subrayadores: una historia de resistencia camuflada de drama laboral.

Es una obra que combina un relato íntimo con la fuerza de un gesto político: representar la resistencia a través del trabajo y la identidad.