Pello GUERRA
NUEVO TRABAJO SOBRE MEMORIA

Euskara, droga e insumisión, en el relato de Altsasu 1950-2000

Los principales acontecimientos registrados en Altsasu entre los años 1950 y 2000 han sido recogidos por Iosu Imaz en la segunda parte de la obra que está dedicando a esta localidad en el siglo XX. Euskara, feminismo, droga, insumisión y la huella del conflicto fueron algunas de las cuestiones que marcaron esa época.

Insumisos en la cárcel. En la página anterior, alumnos de la ikastola de Altsasu en los 70.
Insumisos en la cárcel. En la página anterior, alumnos de la ikastola de Altsasu en los 70. (ALTSASU MEMORIA/ALTSASU 1950-2000)

Cómo se vivió en la localidad navarra la segunda mitad del siglo XX ha sido recogido en el libro “Altsasu 1950-2000. Franquismo, transición, fin de siglo”, con el que Iosu Imaz completa el trabajo sobre esa centuria que inició junto a Amaia Urkijo en “Altsasu 1936”, ambos publicados por la editorial Altaffaylla.

El relato está estructurado por décadas e Imaz ha buscado situar en contexto los acontecimientos que va desgranando, tanto a nivel estatal como internacional, para enmarcar los sucesos que transcurren en Altsasu.

Arranca en los años 1950-60, época en la que destaca la huelga de la empresa Fasa de abril de 1956. Fasa contaba entonces con 300 obreros, que reclamaban «aumentos de categoría para algunos de los asalariados, así como el pago de un plus de peligrosidad y toxicidad. También se solicitaba que el trabajo de los aprendices se atuviera a lo que ordenaba la legislación laboral vigente y que fueran tomadas una serie de medidas relacionadas con la seguridad y la higiene en el entorno laboral», se recuerda en el libro.

Dos temas eran centrales: «el reconocimiento de la siliciosis como enfermedad profesional y la exigencia de cobrar un plus especial reconocido por las leyes como consecuencia de estar trabajando “a tarea” (destajo)».

La plantilla decidió ir a la huelga el 13 de abril y tres días más tarde fueron despedidos seis trabajadores, de los que la mitad eran enlaces sindicales. El día 20, los trabajadores acordaron volver a sus puestos, lo que hizo que la dirección se viera en una posición de fuerza y no readmitió a los despedidos y puso condiciones a las subidas salariales.

Años más tarde, Fasa volvió a la actualidad. El 28 de abril de 1980, Jaime Ignacio del Burgo fue destituido como presidente de la Diputación de Nafarroa por un caso vinculado a esta empresa de Altsasu. En junio de 1979, Del Burgo concedió un anticipo de 81 millones de pesetas a la empresa, de la que era accionista. Se devolvería una vez que la Caja de Ahorros formalizase unos créditos. Una semana después, la Caja concedió un préstamo de 81 millones, «pero en septiembre la empresa se declaró en suspensión de pagos sin que se hubiese formalizado el crédito, por lo que el anticipo nunca se recuperó», se indica en la obra.

EXPANSIÓN

De la década de 1960-70, se destaca la creación de Gure Etxea, un local colectivo que inició una gran actividad y «que dejó su huella» a través de iniciativas como las fiestas vascas o los grupos de dantzas.

Estos años fueron especialmente trascendentales en la historia de Altsasu, ya que la localidad se convirtió «en una gran zona industrial en el sector del metal, de reparación de vehículos, carpintería y artículos de caucho». Se construyeron nuevas empresas, la mayoría constituidas por «sociedades anónimas de pequeño tamaño con poco capital y pocos empleados». Solo tres pasaban de los cien empleados.

Esa expansión industrial iba a traer parejo un incremento de la población en la década de 1970-80 que se nutrió principalmente de migrantes, de tal manera que Altsasu pasó de tener 3.708 habitantes en 1950 a 7.047 en 1970. Eran personas «llegadas de numerosos lugares que fueron fusionándose y tomando parte de las actividades de la localidad y aportaron cultural y socialmente a esa Altsasu que jamás dejó de tener en cuenta sus raíces, de dónde venía y qué era necesario para construir una sociedad integradora, amplia y diversa», se apunta en el libro.

En septiembre del año 1971 inició su andadura Altsasuko Ikastola, ubicada primero en una bajera particular en la calle San Juan. Se comenzó con preescolar con un alumnado de 39 niños y dos andereños. Según los datos de los primeros inscritos, sobre 19 personas en el citado preescolar, solo un alumno era hija/o de familia euskaldun, 12 de padres y madres castellanohablantes y 6 de padre o madre euskaldun.

Posteriormente, el centro de la ikastola pasó por los locales del lavadero municipal y en 1975, para poder ofrecer el primer curso de Secundaria, una parte se trasladó a las escuelas de Domingo Lumbier.

En 1976 se acordó crear una cooperativa de padres y madres entre las ikastolas de Sakana para organizar un centro de EGB, que se instaló en Altsasu sobre un terreno de 20.000 metros cuadrados cedidos por el Ayuntamiento y fue inaugurado en 1979 bajo el nombre de Iñigo Aritza. El primer año comenzaron con 195 alumnos: 80 eran de Altsasu y el resto, de localidades cercanas.

TRABAJO FEMINISTA

Ese mismo año de 1976 nacía Altsasuko Feminista, que entró a formar parte de la Coordinadora Feminista de Nafarroa, creada en 1978. Durante cincuenta años, ha trabajado en ámbitos como los derechos sexuales y reproductivos, el divorcio, la coeducación, la violencia machista y el mundo laboral, entre otros terrenos.

Además, consiguió la creación de un servicio específico para mujeres a nivel de Ayuntamiento: el Aula de la Mujer y la contratación de una técnica municipal para su dinamización, que se materializaron en 1991. Poco después se creó la comisión municipal de la mujer, de la que entró a formar parte.

Desde hace algunos años, el colectivo está configurado «por un número muy reducido de militantes, todas ellas entradas en años, aunque ha conseguido que exista un relevo generacional», se recoge en la obra.

Sobre los años 80, Imaz destaca que fue «una época en la que los partidos políticos tienen más presencia y además dura, que en el libro se refleja con todas las víctimas y atentados existentes como consecuencia del conflicto vasco», que también estuvo presente en las décadas posteriores.

LA IRRUPCIÓN DE LA HEROÍNA

En esta época, empezó a agravarse un problema que había comenzado ya en la década anterior, el de la drogadicción. Esta dura cuestión es recogida en el libro especialmente a través del testimonio de María Jesús Arteta, médica de familia, quien apunta que el consumo de heroína habría comenzado en torno a 1976. Empezó «de forma discreta, pero en pocos años se fue disparando de forma alarmante».

Arteta indica que «llamaba la atención la muy corta edad de muchos de estos jóvenes cuando se iniciaron en la heroína, con franjas de edad entre los 15-17 años. En los años 80, el tema comenzó a ser más visible y el número de adictos era cada vez mayor». Además, como la heroína era muy cara y adictiva, «el dinero había que conseguirlo de cualquier forma, lo que provocó un aumento de la delincuencia y de la alarma social en el pueblo»

En la primera mitad de los 80, en la localidad aparecieron bastantes casos de hepatitis, la mayoría del tipo B, debidas al uso compartido de jeringas. Por esos años, se produjeron las dos primeras muertes por esta causa en Altsasu, que fueron por sobredosis, la primera en 1984 y la siguiente en 1985. Los peores años a nivel de mortandad fueron del 90 al 93.

En Altsasu se calcula entre 45 y 50 las personas fallecidas directa o indirectamente por el consumo de heroína. La mayoría fueron muertes por sida o a causa de sobredosis.

Para hacer frente a este gravísimo problema, en 1985 nacía Proyecto Hombre, con un centro asistencial en Donostia al que acudieron muchos jóvenes de la localidad. Y tres años más tarde, se creó Ibarre Multzoa, un equipo terapéutico que ayuda a personas con cualquier tipo de dependencia. Su comunidad terapéutica está en Altsasu.

La médica recuerda que los estragos provocados por la drogadicción «fueron muchos, con familias que subsistían desgarradas mientras veían con impotencia cómo aquella nueva droga, que de forma tan imprevista y veloz había empezado a circular, se llevaba por delante la vida de muchos hijos e hijas, amigos y amigas. Fueron años dramáticos».

LA INSUMISIÓN

Y de la última década, la comprendida entre los años 1990 y 2000, Imaz destaca como tema estrella el de la insumisión, que «estuvo muy presente en Altsasu». En total, hubo 23 insumisos altsasuarras y otras 24 personas se declararon insumisas, pero no pasaron por la cárcel por diversos motivos. Durante estos años, se llegó a lanzar el txupinazo insumiso de las fiestas de Altsasu ante los muros de la cárcel de Iruñea.

Estos jóvenes insumisos se sumaban a otros mozos que se habían resistido a formar parte del Ejército español en épocas anteriores, como Bartolomé Etxeberria, que desertó a finales del siglo XIX, o los jóvenes que se declararon prófugos en 1913, cuando la guerra en Marruecos se encontraba en la fase de Ceuta a Tetuán.

El Ayuntamiento mostró su apoyo a los insumisos y a través de una moción, en 1994 hizo patente su rechazo al encarcelamiento y a la dispersión de los insumisos, así como al trato que estaban recibiendo. Y pidió al Gobierno español que fueran excarcelados los que estaban presos.

Con los eventos correspondientes a esta década, finaliza la obra, en la que se reconoce que «resulta complicado trazar un corte en el año 2000, ya que todo lo vivido goza de una continuidad». Pero se recoge el compromiso de que lo ocurrido en el primer cuarto del siglo XXI «será materia de un nuevo libro».

Sin embargo, Imaz anuncia que su proyecto más inmediato es un trabajo en el que recogerá la historia de Altsasu desde sus inicios como pueblo vascón hasta el año 1900. Apunta que «está bastante avanzado» y que «hay mucho que contar, ya que incluso se llega a asegurar que el primer rey de Nafarroa fue ungido en Altsasu, aunque no fue así». Será un nuevo trabajo enmarcado en su empeño por divulgar la historia de la localidad de la manera «más pedagógica posible».