Amaia U. LASAGABASTER
Entrevista
TXENTE GARCÍA ACOSTA
Director deportivo de Movistar

«Me llama la atención que la gente siga acordándose de Draguignan»

«La fuga de la fuga», esa expresión que ha hecho tan popular, dio a Txente García Acosta (Donostia, 1972) una de sus mayores alegrías. Se cumplen 25 años de su victoria de etapa en el Tour, que ahora le encantaría repetir desde el coche de Movistar, aunque asegura que «cada vez es más difícil ganar».

(Patrick KOVARIK | AFP)

Casi siempre le tocó trabajar para otros pero también aprovechó sus oportunidades para retirarse con un pequeño pero selecto palmarés. Fueron siete victorias, entre las que destacan dos en la Vuelta y una en el Tour. El 14 de julio se cumplirán 25 años de aquel triunfo en Draguignan y a Txente García se lo siguen recordando.

14 años desde que se retiró. ¿Se echa de menos aunque solo sea por días como aquel?

No, no. Fueron 17 años y ya valía. Te haces mayor, te cuesta un poco más entrenar, de cabeza también vas pensando en otras cosas… y llega un momento en el que lo tienes que dejar. Y yo he sido un afortunado eh, porque he dejado la bici cuando yo quise. Y luego he tenido la suerte de seguir trabajando en mi pasión, que a poca gente le pasa. Y además en la casa de siempre, donde siempre me han querido y he estado muy a gusto.

Su función es parecida. Antes le tocaba cuidar de los líderes y ahora cuidar del equipo.

Un poco sí que se parece aunque entonces cuidaba de los líderes y ahora un poco de todos. No es solo llevar el coche en carrera, eso es lo de menos. Detrás hay un montón de trabajo: logística, coches, masajistas aquí, mecánicos allá, el osteópata, el nutricionista, el cicinero... Y los ciclistas, claro. Un montón de historias que tienes que gestionar y tú siempre te pones el último. Eres el responsable de que todo funcione y muchas veces es difícil acertar. Pero haces todo lo posible para que las cosas salgan bien. Sarna con gusto no pica.

Era un gran gregario y de vez en cuando también ganaba. Se cumplen 25 años de su victoria en el Tour. Nos ha salido alguna cana desde entonces.

Un poco hemos cambiado desde entonces, sí. Siempre digo lo mismo, ‘buah, si lo pillo con lo que sé ahora...’ [se ríe]. Yo pasé a profesionales sabiendo que mi meta era ser un gran gregario. Y en mi carrera he intentado siempre hacer mi trabajo lo primero y luego cuando he podido, aprovechar mis oportunidades. Y al final he conseguido alguna victoria, no muchas pero bonitas, muy luchadas, y tengo muy buen recuerdo de todas.

La del Tour quizá es un poco más especial, aunque todas lo son, porque es una carrera con mucha repercusión. Además fue un 14 de julio, curiosamente llevaba el dorsal 14, fue una fuga grande y difícil… Cuadró todo y fue un día superguapo que tengo siempre en la memoria.

¿Cómo lo recuerda?

Era un día con muchísimo calor. Tardó mucho en hacerse la fuga, muchísimo. Venía de recoger bidones, los repartí, adelante saltó alguno, arranqué yo también y me metí en la escapada. Fue la típica escapada grande, y fue uno de esos días tontos en los que todo te sale bien y tienes unas piernas impresionantes. Arranqué, rompí la fuga, la famosa ‘fuga de la fuga’, ponerles un poco al baño maría, tener fuerzas, volverles a arrancar, me cogieron y como buen navarro, soy muy cabezón, así que hasta que no les solté no paré y luego hasta meta. Se juntó todo.

Siempre es difícil ganar. En ese tipo de etapas hace falta fuerza, cabeza fría, que es más difícil con el cansancio, el puntito de suerte…

Tienes que controlar muchas cosas y no puedes subestimar a nadie. Tienes que fijarte bien en todo, quién va justo, quién no, quién se hace el muerto… Y que te salga a ti el día porque he estado en muchísimas otras escapadas que por una cosa u otra no han salido. Has andado menos, has estado menos vivo, quién te ha tocado al lado.

Lo celebró mucho usted, que además había rozado la victoria ya una semana antes, y el equipo porque no fue un Tour fácil para Banesto.

Unos días antes hice tercero y me quedé con muy mala leche porque estaba muy fuerte pero me despisté en un repecho, se me fueron y solo pude hacer tercero. Luego, la víspera, íbamos a trabajar para el Chava. El Chava ‘sí, sí, estoy muy bien’ y al final nada y estábamos un poco cabizbajos, y también íbamos con Zulle para la general y tampoco se encontró bien. Aquella victoria nos vino muy bien a todos.

A día de hoy se lo sigue recordando la gente.

Me llama mucho la atención. Porque que te lo recuerden aquí, lo ves más lógico. Pero que te lo recuerden en Bélgica, en Francia… Dices ‘joé, pues sí que tuvo repercusión’. Igual porque fue un 14 de julio o porque es la única vez que se ha llegado allí, no sé, pero es verdad que me sorprende.

Fue su victoria más sonada ¿pero fue su mejor día?

No necesariamente, he tenido días muy buenos. Días malos, muchísimos, pero buenos también. Claro que las victorias dejan grandes recuerdos pero también son días muy buenos cuando has trabajado bien para un líder y las cosas han salido… Días buenos ha habido muchos, más que victorias por suerte.

Cuando se consigue acabar una gran vuelta, por ejemplo.

Sin duda, y por eso las últimas etapas tienen ese ambiente festivo. Festejas que has terminado una grande que has estado preparando un montón de tiempo. Yo no he acabado todas pero en doce años seguidos hice Tour y Vuelta, que eso no hay nadie que lo haya hecho, doce años seguidos. No siempre he podido pero siempre he intentado, aunque estuviera fastidiadísimo, llegar hasta el final.

Volvamos a Draguignan. ¿Qué aprendió aquel día?

Siempre les digo a los chavales que el que pierde aprende pero el que gana, también. ¿Pero sabes qué pasa cuando ganas? Como tienes un poco de euforia, no examinas bien lo que has hecho, los fallos que seguro que también que has cometido… Aquél día aprendí que hay que ser constante. Porque aquel igual llevábamos noventa kilómetros para que se hiciera la escapada, que era un montón, y a base de insistir, insistir, salió. Otros muchos pensarían ‘buf, ya no se va a hacer la fuga, ya me quedó aquí’. Pero algunos seguimos insistiendo y salió.

Ahora le toca transmitir a los chavales todo lo que aprendió. ¿Cuál suele ser su mensaje principal?

Bueno, hay muchas cosas para transmitirles, siempre se puede aprender algo, también nosotros. Lo que veo es que los chavales últimamente, ya sabes cómo viene la sociedad en general, quieren todo ya. Y yo siempre incido en la tranquilidad, ‘tranquilos chavales, vamos a ir pasito a pasito para no dar uno grande adelante y luego tres atrás’. También veo que son muy autoexigentes y les digo que sí, que hay que serlo, yo también les voy a exigir, pero no hay que llevar las cosas al extremo y ponerse tanta carga encima.

¿Tiene debilidad por los gregarios?

Un poquito siempre tienes. Te vas fijando, vienen al equipo, les enseñas, y cuando van cogiendo la onda y haciendo las cosas bien, un poco de satisfacción ya tienes. Tenemos varios que venían un poco perdidos pero poco a poco se han hecho grandes gregarios. Hay muchos chavales que se han esforzado, les hemos intentado enseñar cosas y ahí siguen, haciendo trabajazos.

¿Y es más difícil convencer a un chaval de que tiene que darlo todo por otro o encontrar un líder que pueda rematar el trabajo de los gregarios?

Hombre, los chavales todos quieren ganar. Como cuando empiezan a jugar a fútbol y todos quieren ser delanteros para marcar goles. Pero al final ellos mismos se van dando cuenta de cuál es su sitio. Y el que no se da cuenta, dura poco. Todos intentan aprender y el que no vale para ganar, para trabajar. Y como normalmente para ganar hay muy pocos, pues a trabajar. Y cada uno ya se hace su sitio en el equipo y cumple su tarea.

Me hablaba de cómo vienen los chavales, las nuevas generaciones. Se notará también en la forma de comunicarse con ellos. ¿Ha tenido que recurrir ya a tiktoks?

No lo descarto [se ríe]. Poníamos vídeos de media hora y no hacía nadie caso, así que decidí que en vez de vídeos solo unas fotos y que las reuniones sean de ocho minutos máximo. Tienes que ser muy conciso y muy exacto. Y pam, pam, pam porque los chavales vienen rápidos. No verás a ninguno ver una etapa entera, ven lo importante. Vídeos cortos, tres fotos y venga rápido que tengo que atender las redes sociales.

El ciclismo tampoco es el mismo que el de hace 25 años.

Ha cambiado por completo, empezando por los materiales. También la forma de dirigir y preparar las carreras, que ahora es una tortura china. Antes casi podías ir a la carrera con dos vistas al libro de ruta. Ahora no. Tienes que ver etapas in situ, un montón de documentación, una presentación bien hecha para que se vean todos los puntos de la carretera… Y los corredores te preguntan todo: ‘¿Cómo es la recta de meta, cuántos metros tiene? ¿366? Pues yo pensaba que eran 360’… Es todo así. Y las nutriciones, los entrenamientos… Ha cambiado totalmente.

¿Y la forma de correr?

Totalmente. Ahora se va todo el día a tope. Ha subido tanto el nivel, sobre todo el de la clase media... Eso hace que se vaya muy rápido, que las carreras sean muy intensas, cada vez más.

Cada vez es más difícil ganar, por tanto.

Sin duda. Mira, por ejemplo, antes decías hay siete etapas que puede llegar escapada. Ahora no porque un montón de equipos tienen un sprinter y tres tíos para trabajar. Luego tienes las cinco que gana Pogacar, las dos de Vingegaard, las tres de Van der Poel… Pues queda muy poco libre. Y luego la gente que se mete en las fugas, como las escapadas salen después de una hora y media de carrera, cuanto más tiempo tarda en hacerse, la gente que se mete en la escapada es de más calidad. Y claro, ganar en una escapada en un Tour, con gente con mucha calidad, que sabe que no hay muchas oportunidades… Fácil no es.

Pues viéndolo así, ¿con qué talante va Movistar a este Tour?

Vamos con la ilusión a tope. Iremos con un gran equipo. Seguramente como el año pasado, con Enric [Mas] a probar en la general y si no va bien en la general, pues buscaremos etapas. Un poco de guerrilleros, como estos años.