Las señales de retroceso son claras y nos interpelan
El estudio realizado por Siadeco a petición de UEMA sobre la situación del euskara en Hego Euskal Herria en 2036 pone negro sobre blanco una percepción cada vez más asentada en la sociedad y dibuja un escenario preocupante para la pervivencia de la lengua vasca a medio plazo. No pone paños calientes, y advierte sobre una etapa de retroceso que podría revertir, en todo o en parte, el camino andado en las últimas décadas gracias a un importante pulso social y a una realidad político-administrativa más favorable, aunque en este caso con demasiadas salvedades y matices.
El deterioro que se proyecta sería particularmente acentuado sobre las zonas mayoritariamente euskaldunes, donde esta tendencia ya se aprecia desde comienzos de siglo, y en la transmisión familiar. Un elemento especialmente preocupante en este sentido es el que atañe a los menores de edad, pues se prevé un paso atrás en este sector, que ha liderado el proceso de euskaldunización. De confirmarse ese retroceso no solo sería una pésima noticia -qué futuro le aguarda al euskara si las nuevas generaciones no lo hablan- sino el fracaso de una estrategia que ha depositado en el sistema educativo casi toda la responsabilidad en torno a la lengua, obviando que si en las aulas se enseña, es en la calle, en el parque, en el cine, en el deporte… donde los niños y niñas la hacen suya, donde se afianza como herramienta de comunicación.
Con todo, este estudio no es una previsión sino una proyección de lo que ocurrirá de cumplirse ciertas hipótesis, y es posible, por tanto, evitar que lo hagan. Nada es definitivo. En el avance o retroceso de una lengua juegan un papel relevante factores políticos, culturales, sociológicos y demográficos, y ponerlos todos en la misma dirección durante los próximos años será la principal baza para que el euskara se mantenga como una lengua viva y con el estatus que le corresponde. Las personas y los agentes que así lo desean deben sentirse interpelados por estos datos, promover la concienciación social y articular políticas lingüísticas efectivas. La situación, insistieron ayer desde UEMA, es peligrosa y es momento de despertar. La alarma está sonando fuerte y ya no cabe remolonear.

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