Agustín GOIKOETXEA
BILBO

«El Subfluvial no es progreso», denuncia una protesta ruidosa

Una protesta ruidosa ante la Diputación de Bizkaia reclama la paralización del proyecto del túnel bajo el Ibaizabal. «El Subfluvial no es progreso. Es un paso atrás en la lucha climática», manifiestan.

Protesta ruidosa ante el palacio foral, en plena Gran Vía bilbaina.
Protesta ruidosa ante el palacio foral, en plena Gran Vía bilbaina. (Jon URBE | FOKU)

Cuatro días después de que el Consejo de Gobierno de la Diputación de Bizkaia aprobara el proyecto del túnel bajo el Ibaizabal, varias decenas de personas se volvieron a concentrar ayer ante el palacio foral para exigir su paralización. «El Subfluvial no es progreso. Es un paso atrás en la lucha climática y una amenaza para nuestra salud», reiteraron en su protesta ruidosa.

Desde que la institución foral diera el plácet a la construcción de las galerías que conectarán la rotonda de Artatza (Leioa) y Ballonti (Portugalete), el titular del Departamento de Infraestructuras y Desarrollo Territorial, el jeltzale Carlos Alzaga, ha ido exponiendo en diferentes medios de comunicación las bondades del proyecto, incidiendo en que impulsará la actividad de las constructoras.

En eso coincide con los opositores, que abogan por que los cientos de millones que costará el Subfluvial -543,7 millones de euros, según la estimación inicial- se destinen a reforzar los servicios públicos.

Los concentrados criticaron la «opacidad» de la Diputación, a la que acusan de «violar la ley» al no haber comunicado a todos los afectados su decisión sobre la modificación de la Declaración de Impacto Ambiental, que fue publicada el jueves pasado en el Boletín Oficial de Bizkaia (BOB), pocas horas antes de aprobar el proyecto constructivo definitivo.

«VISIÓN OBSOLETA»

Lo dijeron ese día en la trasera de la sede foral y ayer lo reiteraron: «La Diputación sigue anclada en una visión obsoleta de la movilidad, donde el único objetivo es mover coches, no personas y mercancías».

Frente a lo que califican de «lógica caduca», exigieron «un estudio riguroso que identifique qué trayectos actuales pueden realizarse a pie, en bicicleta o en transporte colectivo, para potenciar estos medios y reducir progresivamente el uso del vehículo privado».

Basan su propuesta en que «esta transición no es una opción, sino un mandato. No hay excusas; o cambiamos el modelo o incumplimos nuestros compromisos climáticos y condenaremos a las próximas generaciones a un territorio más contaminado, ruidoso y desigual».