Raimundo FITERO
DE REOJO

El cuento del pato

Ya saben ese cuento que dice que si tiene plumas, anda como un pato, nada como un pato, grazna como un pato, lo más normal es que sea un pato. Por lo tanto, podemos aplicar esta obviedad a cualquier situación. Por ejemplo, si dicta leyes que parecen autoritarias, crea un sistema carcelario de una crueldad superior, deteriora toda la relación política dentro de una democracia menguante y al final logra cambiar una ley de su constitución para poder ser elegido a perpetuidad como presidente, es un dictador.

Pongamos que hablamos de Nayib Bukele, ese caballero con aires aristocráticos que ha convertido a El Salvador es un pésimo ejemplo de la saga de los nuevos caciques y que con el apoyo explícito de Trump se coloca en la fila de los que han ejercido su poder para perpetuarse en el mismo. Siempre se ha comportado como un líder mesiánico con muchos tics autoritarios, aunque para entrar en el modelo al uso más reconocible, en las últimas elecciones logró un ochenta y cuatro por ciento de los votos. Atentos a la evolución.

Viendo un torneo de tenis de segunda o tercera categoría, en la red había un anuncio de Emirates y en las esquinas anuncios de Ozempic. En un principio este fármaco se utiliza para combatir la diabetes 2, pero descubrieron que ayudaba a adelgazar. La patente original es de una farmacéutica noruega que está pasando por grandes apuros económicos debido a la cantidad de imitadores que le han salido y que están invadiendo el mercado de EEUU. No sé si aplica lo del pato, pero es una muestra paradigmática de la estrecha relación entre la farmacia, la salud y el capitalismo.