Iñaki BARRUTIA ARREGI
KOLABORAZIOA

El fuego se apaga en invierno y el fascismo también

El fuego se apaga en invierno con medidas preventivas que aseguren la eliminación del combustible, en forma de arbustos y material vegetal seco y preparado para arder con facilidad; se apaga con cortafuegos que limiten la extensión de un futuro incendio. La limpieza de los montes es fundamental, más ahora que la ganadería extensiva va desapareciendo.

El fascismo también se apaga en invierno con cultura y educación, medios de comunicación comprometidos y una izquierda que ilusione el futuro de nuestras jóvenes; se apaga con pensamiento crítico y eso no nos la facilita la inteligencia artificial, sino los libros y el estudio de los antiguos y nuevos conceptos.

El fuego se apaga en invierno con presupuestos adecuados para el cuidado y preservación de nuestros montes; priorizando la tierra que nos da de comer a festejos medievales basados en la tortura animal; evitando el reparto entre amigos del dinero de nuestros impuestos.

El fascismo se apaga en invierno con una enseñanza que priorice los valores a los contenidos, que inocule ayuda mutua como vacuna a la competitividad; que entrene a nuestros jóvenes en la empatía para que neutralice el odio que puedan traer de casa; que eduque en el libre pensamiento para descontaminarlos de las religiones.

El fuego se apaga en invierno contratando y gestionando bomberos forestales; pagando guardas rurales y torres de vigilancia; también denunciando la negligencia y corrupción de las derechas que rebajan los impuestos a los que más tienen; también en invierno antes de que llegue el fuego.

El fascismo se apaga en invierno con periodismo honesto que nos diga si llueve o no llueve, sin repetir lo que dicen los diferentes políticos sobre el tiempo; con periodismo que no permita el acoso de compañeros, que no ponga altavoz a la mentira ni escuche mensajes de odio sin confrontarlos. Si vas a ser un periodista obediente cambia de profesión, eso no enseñan en la universidad.

El fuego se apaga en invierno organizando retenes y turnos, decidiendo presupuestos y medios; no con el primo de M. Rajoy, que dice que el cambio climático es un cuento, sino con personas formadas y comprometidas en la urgencia de la crisis climática.

El fascismo se apaga en invierno, secando los primeros brotes, antes de que florezca en primavera; organizando a los jóvenes y agrupando todas las luchas sectoriales de clase, racializadas, de género, ecologistas o defensoras de la diversidad.

El fuego se apaga en invierno, aunque gobierne la derecha, denunciando y saliendo a la calle para hacer pedagogía y sensibilizando a la población para anticiparnos a los fuegos futuros.

Para apagar el fuego y el fascismo debemos recordar la frase atribuida a Max Frisch: peor que el sonido de las botas es el silencio de las zapatillas.