Con más miedo que vergüenza, la Vuelta afronta sus últimas etapas. La contrarreloj de ayer en Valladolid padeció un recorte de más de 15 kilómetros -de 27 a 12 kilómetros- para «garantizar la seguridad» de los participantes, en lo que viene siendo un fin de fiesta de la ronda hispana que aumenta su blindaje y busca barnizarse de una calma mentirosa basada en someter cualquier protesta contra el genocidio en Gaza y la presencia del conjunto Israel.

En aras de esa «plácida seguridad», agentes de la Policía Española identificaban a unas 40 personas que estaban en las protestas contra la participación del equipo Israel, entre otros al secretario de Organización y portavoz de Podemos, Pablo Fernández.

«Es absolutamente inaceptable, intolerable, que el equipo israelí esté paseando tranquilamente por nuestras calles mientras su estado terrorista continúa asesinando cada día a miles de personas inocentes en Palestina», resumió el político identificado.

VOLANDO POR LAS CALLES

Mientras tanto, un especialista como Filippo Ganna (Ineos) abandonaba el letargo en el que se ha movido en esta ronda española para añadir otra victoria en una contrarreloj a su palmarés. Rodando a más de 56 kilómetros por hora, sobre todo en el tramo final de la etapa, en el que la llanura pucelana obligaba a mover grandes desarrollos. Solo Jay Vine (UAE), que terminó a 90 centésimas del especialista italiano, puso en verdaderos apuros a Ganna, con Joao Almeida (UAE) tercero, a ocho segundos del vencedor de la etapa.

Y es que en lo que a la clasificación general se refiere, el portugués de UAE le pegaba un pequeño pellizco a la ventaja de Jonas Vingegaard, que tendrá que defender una renta de 40 segundos en las etapas que restan, principalmente en la subida a la Bola del Mundo. El ciclista luso pasó un día bastante malo en la subida al Morredero, pero se topó con un Vingegaard al que parece que también se le está haciendo larga esta tercera semana y que no aprovechó el mal momento de su principal adversario en pos del maillot rojo.

En cambio, y a pesar de que el recorte del kilometraje de la contrarreloj seguramente pudo haber perjudicado los intereses de Almeida, este sí lograba darle la vuelta a su mal momento del miércoles y arrimarse un poco al danés. Pese a ello, todavía le queda hacer lo más difícil, como es descolgarlo también en una cuesta arriba, algo que no ha conseguido aún en esta Vuelta, aunque en la ascensión al Angliru sí que tuvo al líder del Visma contra las cuerdas.

Lo cierto es que todo lo que concierne al evento deportivo se dirimirá el sábado, en las duras rampas de la Bola del Mundo -un añadido durísimo al puerto de Navacerrada que además se sube sobre piso de cemento-. Mientras tanto, la jornada de hoy será de pura transición, algo así como una oportunidad para los escasos sprinters que hayan sobrevivido al recorrido de la ronda hispana, o la de algún aventurero con éxito: casi 162 kilómetros entre Ronda y Guijuelo, sin cotas puntuables que subir, aunque con un desnivel positivo de más de 1.500 metros.

Por lo demás, habrá que ver si todavía se podrá permitir alguna protesta por parte de los aficionados, que pese al férreo control policial consiguieron colocar banderas palestinas en el recorrido en esta crono vallisoletana, o si se impondrá la ‘Pax Romana’ para evitar toda contestación en base al uso de la fuerza.