El domingo, Renania del Norte-Westfalia, con sus 19 millones de habitantes, el land más poblado de la República Federal de Alemania, concluyó la primera ronda de sus elecciones municipales. Las ha ganado la derecha, con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) del canciller Friedrich Merz a la cabeza, y la Alternativa para Alemania (AfD) en tercer lugar.

En teoría el canciller Merz (CDU) debería estar contento de que su partido se haya impuesto con el 33% como la fuerza más votada en Renania del Norte Westfalia, el land que le ha visto nacer. En la práctica, el resultado consolida a su competidor interno, el ministro presidente Hendrik Wüst, aunque no deja de ser el peor resultado en los comicios municipales desde la fundación del land en 1946.

El político que gobierna en Düsseldorf en coalición con los Verdes ecologistas sólo ha perdido un punto a pesar de que la participación ha subido cinco puntos, a casi el 57%, y de que su canciller correligionario goza actualmente de muy pocas simpatías entre el electorado. A nivel nacional, Wüst representa junto con su homólogo de Schleswig-Holstein, Daniel Günther, al ala merkeliana dentro de la CDU que se opone a la derechización del partido y al acercamiento a la AfD, tal y como ocurre en algunos länder en el este alemán.

AL PARTIDO NEOFASCISTA LE HAN CRECIDO ALAS,

tal y como pronosticaron los sondeos. La AfD ha triplicado su resultado de hace un lustro, superando ahora el 14,5%. Con ello queda unos diez puntos por debajo de la actual media nacional, pero, supone, al tiempo, que se ha consolidado en una región que ha sido feudo de la socialdemocracia. En Gelsenkirchen y Duisburg los candidatos de la AfD retan a los del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en la segunda vuelta, aunque con pocas probabilidades de ganar. En Hagen, en cambio, sólo cuatro puntos separan a los candidatos de la CDU y de la AfD.

Aunque el SPD se mantiene como segunda fuerza con el 22% (-2%), el resultado marca su declive, sobre todo en aquellas ciudades que se ven estranguladas por la reconversión industrial, el endeudamiento y el abandono por parte de la política regional y nacional. La cuestión social -sueldo y trabajo digno, vivienda accesible, pensión justa- se va a agravar por la política de austeridad que planea el canciller Merz junto con su vicecanciller Lars Klingbeil (SPD).

El declive socialdemócrata tendrá consecuencias para el bipartito de Berlín ya que el SPD querrá conservar la apariencia de partido con carácter «social». Sin embargo, es por la cuestión social por la que la AfD consigue movilizar a no votantes y atraer también a quienes votaron izquierda.

Su principal enemigo político e ideológico, los Verdes, han sufrido una verdadera derrota: Han perdido siete puntos, quedándose en el 13,5% y, por lo tanto, detrás de la ultraderecha. Aún así en su feudo de Colonia podría ganar su candidata a alcaldesa mayor contra el rival del SPD en la segunda votación en dos semanas.

EN EL ÁMBITO IZQUIERDISTA DEL ESPECTRO POLÍTICO,

el partido Die Linke (La Izquierda) se ha visto beneficiado por el decline del SPD y de los Verdes. Tras ganar dos puntos, roza ahora el 6% a nivel regional. Es un resultado alentador en un terreno políticamente difícil para el Linke.

Su escisión, la BSW, sin embargo, sólo ha alcanzado el 2% de los votos. Aún así podría estar presente en algunas alcaldías porque en las elecciones municipales no existe el límite eliminatorio del 5%.

A fin de cuentas, los comicios de Renania del Norte Westfalia confirman la tendencia de que también Alemania gira hacia la derecha, al tiempo que los partidos de centro izquierda pierden terreno.

Cara a este otoño es de esperar que se agudizarán aún más la contradicciones entre la CDU y el SPD en el bipartito de Merz. No está asegurado que el canciller vaya a poder terminar la legislatura de forma regular. Su partido sufre un declive parecido al SPD en el este alemán: En septiembre de 2026 podría perder el land de Sajonia-Anhalt en favor del AfD, a cuyo candidato las encuestas le otorgan el 39%, muy por delante de la CDU, con el 27%.

En la formación que preside Merz destacados políticos empiezan a acercarse a la AfD, no sólo compartiendo las mismas fiestas sino también oponiéndose a la ilegalización de los neofascistas.