Gallardón es marxista
No se vayan todavía, aun hay más». Seguro que muchas lectoras (y lectores, claro) recordarán esta frase de los dibujos animados de su infancia. Qué tiempos... Bueno, pues la frasecita de marras tranquilamente puede aplicarse a los dislates que se están publicando tras el fallo de Estrasburgo; no hay día en que esta lupa no encuentre una barbaridad al respecto. La enésima clase magistral de periodismo ultramontano nos la ofrece la columnista de «La Gaceta» Almudena Negro, que titula su última pieza de esta guisa: «Prerrevolucionaria España». Sí, han leído bien.
Empieza la autora pisando terreno conocido, y afirma que «si las leyes para ser tales deben de ser justas, la sociedad española se está percatando estos días, a pesar de la profusión legislativa tan típica de la socialdemocracia, de la ausencia de Justicia, al ver cómo se libera a terroristas, asesinos en serie y violadores reincidentes. Sin arrepentir. Sin reinsertar». Olvida Negro que las leyes españolas de justas no tienen nada, y de eso la sociedad española debería haberse percatado hace mucho. De hecho, ha sido Europa la que ha tenido que poner freno a la injusticia.
Insiste Negro en que «el desamparo de la sociedad es total. La indignación, también», aunque servidora aseguraría que la sociedad de más allá del Ebro está indignada con otras cosas que no tienen que ver con las gañanadas que escriben en «La Gaceta». Pero ella va a piñón fijo, y la toma con el ministro de Justicia [que aunque sea muy facha tiene muchos enemigos en su propia casa] a quien reprocha que «se ha limitado a pedir respeto para los jueces, quienes se encuentran, por su asombrosa celeridad a la hora de liberar delincuentes, en el ojo del huracán». Bueno, en el ojo del huracán estarán por culpa de quienes no paran de ponerles a caldo. Por ejemplo, la plumilla del Grupo Intereconomía, que pregunta si «queda alguien que aún confíe en nuestros tribunales», y concluye con un párrafo antológico. Lean, lean: «Ignora Gallardón, como buen seguidor de la dialéctica marxista, que las revoluciones jamás comienzan por motivos directamente económicos, sino cuando el pueblo siente que el ordenamiento jurídico no garantiza su seguridad. Y esto está sucediendo en España, en el marco de una Europa prerrevolucionaria, en el sentido orteguiano del término. Son unos genios». Vaya, Gallardón es marxista y eso que llaman España está al borde de la revolución... Ella sí que es genial.

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