Franco, todavía muy «presente» en Melilla
Una estatua de Franco, la única que aún se mantiene en pie en un espacio público del Estado español, recibe al visitante de Melilla en el puerto. El símbolo fascista no es la excepción de un municipio que que se presenta en una reciente campaña publicitaria como «la España africana» y que parece haberse anclado en tiempos de blanco y negro.

La Ley de Memoria Histórica que prohíbe la exhibición de símbolos que ensalcen el franquismo parece no haber llegado a Melilla. Más aún. Paseando por algunas de sus calles, uno llega a tener la sensación de que ni siquiera Francisco Franco hubiese muerto nunca en la cama. Que en el Estado español no se desarrolló aquel proceso político conocido como la Transición o que la Constitución que vino a sustituir al régimen fascista no se aprobó con un 88% de los votos de los habitantes de este territorio incrustado en el norte de África. Desde una estatua de Francisco Franco hasta un monumento con el Águila de San Juan y el tristemente conocido «una, grande y libre» que caracterizó al sistema fascista impuesto durante 40 años, pasando por calles dedicadas a diversos cargos falangistas: la exaltación ultra supone una constante en el ambiente de un municipio que llegó a ser bautizado como «la adelantada», debido a que sus militares acuartelados se levantaron contra la República española el 17 de julio de 1936, 24 horas antes de que el futuro dictador iniciase su ofensiva. Ahora, como un atrezzo digno de las primeras temporadas de «Cuéntame», la serie protagonizada por Imanol Arias, las calles de Melilla guardan buena parte de la nomenclatura y vestigios del régimen impuesto tras la guerra civil española. En este municipio de paso, en el que la mayoría de sus habitantes son funcionarios españoles (entre quienes destacan los uniformados), pocos han movido un dedo para suprimir la simbología ultra. Tampoco ayuda el ambiente reconcentrado de un territorio convertido en inmensa verja pensada para frenar el paso de las miles de personas que tratan de acceder a Europa para escapar de la miseria.
El antecedente de la estatua ecuestre
La estatua de Franco, la única que todavía se mantiene en el Estado español, ejerce como anfitriona en el puerto, uno de los principales accesos de la localidad. En 2010, Moncloa, entonces dirigida por José Luis Rodríguez Zapatero, retiró la última efigie ecuestre que se encontraba en el acuartelamiento «Millán Astray» de la Legión. Desde un pedestal ubicado bajo el recinto amurallado de Melilla La Vieja, ha quedado como último soporte para el general fascista para seguir recibiendo a los visitantes que llegan desde el mar. Y eso que la Ley de Memoria Histórica, aprobada por el Congreso español en octubre de 2007, prohíbe expresamente «los símbolos de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura». Sin embargo, las sucesivas administraciones siempre se han buscado una buena artimaña para mantener a Franco a la vista de los paseantes. Ya en 2008, el Gobierno de la ciudad autónoma aseguró que retiraría el homenaje al general fascista para cumplir la norma. Pero no se ha dio prisa y dejó correr el tiempo, enmarañado en supuestos debates competenciarios con el Ministerio de Defensa. Lo que argumenta el Ejecutivo, que ahora preside Juan José Imbroda (PP), así como los defensores de que Franco siga presente en las calles de Melilla, es que no se le reconoce como dictador sino como teniente coronel de la Legión, ya que antes de liderar la rebelión fascista contra el Gobierno de Manuel Azaña, estuvo al frente de las tropas que reprimieron la lucha rifeña encabezada por Abdelkrim contra la dominación española. Aquí han encontrado el subterfugio. En lugar de, supuestamente, alabar a un uniformado ultraderechista se reivindica su figura como defensor colonial frente a los nativos. Excusas al margen, la figura de Franco continúa inamovible, como primer recuerdo de una mal disimulada nostalgia hacia el régimen impuesto durante 40 años en el Estado español.
A partir de la estatua, que ya debería de constituir toda una anomalía incluso en el Estado español, donde ni siquiera responsables de la represión franquista como Juan Antonio González Pachecho, Billy el niño, o Jesús Muñecas han sido todavía condenados por sus crímenes, Melilla lo tiene todo para considerarse un parque temático del recuerdo al régimen fascista. No muy lejos de la talla de Franco, también se encuentra el domicilio que ocupó el general durante el tiempo en el que capitaneaba a los uniformados que tanto gustan de desfilar con su cabra. No se debe olvidar que Melilla tuvo una gran importancia para el futuro dictador. Nació en Ferrol, pero llegó a la ciudad autónoma nada más cumplir la mayoría de edad, en 1912. Cuando se hizo con las riendas del Tercio residió en la segunda planta de una vivienda que, incluso actualmente, se ubica junto a la comandancia de la Guardia Civil. En la fachada, una inscripción colocada en 1971, a cuatro años de su muerte, recuerda que durante 1926 Franco residió ahí.
La parafernalia fascista que uno puede encontrar en Melilla no se limita a los recuerdos al general que encabezó el régimen. Lo cierto es que está por todas partes. Desde una enorme águila con el yugo y las flechas, emblemas de Falange, que se ubica en la plaza de «los héroes de España» hasta la enorme cruz que recuerda «a los que dieron su vida», pasando por un variado callejero en el que destacan los jefes locales del Movimiento. Tanta exhibición ultraderechista contrasta con el escaso recuerdo que tienen quienes trataron de mantener la legitimidad de la República española. Un fenómeno anómalo pero que también refleja la forma de ser de un islote español en África.
Amaiur pregunta por la terminología fascista utilizada en los paneles explicativos del museo militar
El diputado de Amaiur Jon Iñarritu preguntará al Gobierno español sobre la terminología empleada en el Museo Militar Histórico de Melilla que, supuestamente, depende del Ministerio de Defensa. Según los interrogantes formulados al Ejecutivo, «se califica al golpe de Estado de 1936 y a la Guerra Civil española 1936-1939 de `Guerra de Liberación' y de `Cruzada de Liberación'», dos terminologías que se asemejan con la propaganda franquista. En este contexto y teniendo en cuenta que el museo se instaló en 1997, el diputado de Amaiur se interesa por las razones que han llevado a los responsables del centro a utilizar la terminología franquista y si tiene pensado replantear la fórmula escogida para explicar el museo. Fuera de allí, establecimientos de fotografía con temática imperial o bares conocidos como «Nueva España» y fundado en 1936 recuerdan los profundos vínculos que unen a Melilla con el franquismo. A.P.

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