Un traje, de 10 kilos de peso, compuesto por un casco, una chaqueta y un pantalón, que no permite la movilidad total de los brazos ni las piernas es la idea que tuvo Rachel Eckardt, de la empresa del Centro Evangélico de Geriatría de Berlín, para que sus estudiantes de gerontología pudieran entender las dolencias de sus pacientes. La clave estaba en que ellos mismos las sintieran.

El traje tampoco permite la sensibilidad muscular. Por ejemplo, intentar recoger una moneda del suelo es casi imposible.

En declaraciones realizadas a BBC World, señaló que lo único que no ha sido posible simular son los dolores que sufren algunas personas por la osteoporosis y la artritis.

Además del cuerpo, el traje viene con otros dispositivos. El primero son unos guantes que impiden la movilidad de las manos y de los dedos. El otro es un casco con una visera naranja que reduce la capacidad visual y auditiva, reduciendo, no solo la habilidad de escuchar, sino también el equilibrio de la persona. Además de ver borroso, resulta difícil identificar texturas y colores.

El proyecto de AgeMan, que se inició en 2012, intenta además de que los propios profesionales sientan las dificultades de la edad, comprendan también que la geriatría no es una sola enfermedad.