La prensa prensa de extremo centro pretende que lo que diariamente cuenta cuele como reflejo de la realidad, cuando en muchos casos no es sino reflejo de su apego a la realeza.

«La Razón» titulaba en portada «Conspiración contra la infanta» (y lo suyo contra la inteligencia). Eso es lo que dice el fiscal anticorrupción, que está más empeñado que la defensa en evitar la imputación de la hija del rey español. Mencionaba el «duelo entre el fiscal y el juez» y tenía claro quién es el «bueno». Comenzaba así su editorial, titulado «Teoría conspiratoria»: «Aunque el fiscal anticorrupción Pedro Horrach haya desistido de recurrir el auto de imputación de la Infanta Cristina, en atención al criterio de la propia interesada, no por ello ha renunciado a cumplir con su deber de advertir al juez Castro, los graves fallos que ha cometido en el auto y, al mismo tiempo, de amparar a los funcionarios de la Agencia Tributaria, que han sido objeto `de imputaciones e insinuaciones relativas al encubrimiento de intereses espurios ajenos al cumplimiento de su labor profesional'». Ya, su deber es advertir al juez de que no hay que imputar a la infanta, y defender a los funcionarios de la Agencia Tributaria que no han visto ninguna irregularidad... donde saben que no tienen que verla. Después se refería a «las limitaciones del juez en legislación tributaria» y decía que «Lo preocupante no es que el juez exhiba una deficiente preparación técnica, sino que haya basado sobre ella la imputación de la Infanta». ¿O, directamente, que haya imputado a la infanta? Y finalizaba, cómo no, alabando la actuación del fiscal: «El escrito de Pedro Horrach es irreprochable, está sólidamente argumentado (...)». Pues nada, a otra cosa.

«Abc» dedicaba al asunto menos sitio en portada, pero en el título de su editorial no lo había para la duda: «El fiscal deja al juez Castro en evidencia». Tras repetir las argumentaciones del fiscal, decía que «tiene razón el fiscal Horrach a la hora de denunciar las inconsistencias del auto de imputación». Podía haberlo recurrido, lo cual sí se ajustaría a sus funciones. En fin, más allá del espectáculo de la familia Borbón, no tienen por qué preocuparse. El rey y su familia no tendrán que desplazarse mil kilómetros para visitar a su hija, a no ser que esté de vacaciones.