El Teatro Arriaga fue el arca de Noé
Solo cabe calificar de precioso el último espectáculo de ABAO Txiki, «La casa flotante», que vio tres representaciones en el Arriaga el pasado fin de semana. Cuando otras propuestas compensan con bromas y juegos los escasos recursos escénicos y musicales que se destinan a los espectáculos infantiles, «La casa flotante», que mezcla marionetas y actores, apuesta por un componente visual cuidado al máximo, capaz de hechizar a los pequeños -y a los mayores- sin necesidad de recurrir a triquiñuelas. Narra la historia de una niña, Noé, que vive en un mundo sin agua. Cierto día un pez volador le advierte de que lloverá durante cuarenta días y cuarenta noches, así que Noé decide transformar su casa en arca y acoger a un animal de cada especie. Este argumento bíblico, tratado aquí como fábula ecologista en vez de religiosa, es la excusa que nos permite disfrutar de un desfile de decenas de animales (desde pingüinos hasta elefantes), espectaculares escenas marítimas cuando se desata la tormenta, y un amplio abanico de situaciones llenas de color e imaginación.
El guión de Casanova y Ramos, ameno y bien hilado, goza de una realización sorprendentemente buena: ni fijándome atentamente fui capaz de distinguir a los manipuladores de las marionetas, que volaban mágicamente por el escenario interactuando con los mimos. Fue igualmente inteligente la parte musical. Solo se ocupó de ella un pianista, pero la selección de obras de Montsalvatge y Debussy fue bella y sugerente, y muy notables las interpretaciones.

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