Aritz Intxusta
Periodista
TXOKOTIK

La identidad navarra y el lío del pacharán

Tercos y testarudos, orgullosos, cabestros. Los navarros somos un poco (bastante) así. Pero cada vez son menos los motivos que tenemos para sacar pecho. Y no me vale retrotraernos al Medievo, que bien está conocerlo, pero que de poco sirve de cara a sacar conclusiones a futuro. Cuando Shakespeare escribió aquello de que «Nafarroa será la maravilla del mundo», es obvio que desbarraba. Resulta más que dudoso pensar que el dramaturgo estuviera pensando en el siglo XXI o, a este paso, en el XXII. Nafarroa nunca maravilló al mundo y es muy posible que jamás lo haga. Salvo para mal, claro.

En los últimos años, UPN es quien más responsabilidad ha tenido en crear una identidad navarra. El resultado les quedó bastante chusco. Los pilares básicos serían la Sanidad, la Hacienda propia, el Fuero, la CAN, el espárrago, el clarete y el pacharán. Vamos, un horror descendiente directo de la boina roja, la laureada y cuatro décadas de adoctrinamiento fascista y opusiano a una población iletrada de tan pobre.

En los últimos meses, vemos cómo todo esto se cae a plomo. A la CAN se la han fumado entre cuatro, la cúpula de Hacienda ha puesto pies en polvorosa porque no queda un duro y los responsables de Sanidad han salido corriendo detrás. El Estado se mea en el Fuero con sus colegas del Constitucional. Las latas de espárrago de ese gordo que se vende a doblón se apiñan en las alacenas de las conserveras por carísimo. Y -¡horror!- ahora resulta que el pacharán era licor de endrinas.

Un estudio lerdo dice que en Iruñea no se sirve pacharán, porque tiene que tener más de 25 grados o si no no hay que llamarle licor. ¿Estamos tontos? El pacharán es anís con arañones. No tiene misterio alguno. Las medidas, al gusto. Hay quien le echa vodka. ¿Y qué pasa? Nada. Que tienes un pacharán más macarra. Y punto. Muchos se tiran de los pelos porque entienden que servir licor de endrinas supone un atentado contra la identidad navarra. Dan pena. Acepto que nos tengan por tercos y testarudos, orgullosos y cabestros, pero a este paso se van a dar cuenta de que los navarros somos gilipollas. Disimulad.