Juan Carlos ELORZA
División de Honor femenina

Todo sirve para aprender

Bera Bera digiere su segunda derrota liguera en el plazo de un mes, pero continúa como líder en solitario.

Que no cunda el pánico. Ni Bera Bera tenía la Liga en el bolsillo si ganaba Canarias, ni la derrota supone un desastre irreparable en la trayectoria de las donostiarras. En cierto modo, cabía dentro de los cálculos perder en la pista del rival más fuerte de esta Liga -con permiso de un Alcobendas que de momento sigue muy firme-, aunque el resultado ante el Rocasa, y la forma de producirse, merece una reflexión, tanto en el entorno como en la plantilla donostiarra.

Para empezar, en el imaginario que rodea la competición, y tras la debacle que ha supuesto en estas dos temporadas la desaparición de clubes históricos (Elda, Mar Sagunto, Itxako, o la transformación de Mar Alicante) y el éxodo de decenas de jugadoras a otras Ligas, ha prendido la idea de que Bera Bera es el único equipo «grande» que se ha salvado de la quema. Pero el club donostiarra también ha pagado su peaje en este proceso, perdiendo parte de su potencial deportivo, lo que se ha traducido en una mayor presencia de jugadoras jóvenes procedentes de su cantera en el primer equipo, con importancia creciente.

Lo que ha caracterizado a Bera Bera en este momento de crisis es que ha mantenido una parte significativa de su apoyo económico institucional, y que se ha reafirmado en su compromiso de garantizar unas condiciones contractuales dignas a sus jugadoras, acordes siempre a sus posibilidades. Luego la buena organización, y el buen trabajo del cuerpo técnico y de las jugadoras, le ha conducido a lograr éxitos importantes en los últimos 15 meses. Pero de ahí a creer que los títulos van a caer como fruta madura hay un largo trecho.

En la actual División de Honor las condiciones económicas de la inmensa mayoría de las jugadoras se han degradado, pero lo que no ha decaído es la calidad que atesoran muchas de ellas. En casi todos los equipos encontramos jugadoras importantes y con experiencia, y los huecos que han dejado las que se han ido a otras Ligas han sido ocupados por jugadoras jóvenes que, en muchos casos, tienen talento y están progresando a toda velocidad aprovechando los minutos que hasta hace muy poco les resultaban casi inasequibles.

Rocasa es un ejemplo de plantilla competitiva, con jugadoras que han tenido un recorrido anterior en clubes importantes, y que tras la llegada de Silvia Navarro se marcó como principal objetivo conquistar su primera Liga. Alcobendas ha ido reclutando jugadoras jóvenes y prometedoras, de su cantera y de otras, hasta lograr conjuntar un equipo muy fuerte en las actuales circunstancias, que en la pasada Liga pagó su inexperiencia pero en esta se está mostrando más capaz de aguantar la presión que supone pelear por lograr su primer título, teniendo que salir a ganar cada partido.

En ocasiones, en esta Liga y en la anterior, cuando algunos partidos se tuercen, y sobre todo cuando los rivales le cogen ventaja en el marcador -y ha ocurrido en pocas ocasiones, pero por eso es significativa la reacción-, Bera Bera ha parecido acusar cierto desconcierto, quizá porque sus jugadoras más veteranas, las que mayor peso tienen en el equipo, creen inconscientemente que ganar es como una obligación o un destino incuestionable, más que la consecuencia de hacer un buen juego en cada partido. El estupor se traduce en un intento de corregir rápidamente la situación, lo que acrecienta las posibilidades de precipitación, el rival se aprovecha, una cosa lleva a la otra... A veces el buen resultado encubre esta pérdida del control, y otras no, pero el problema sigue ahí... y contagia a las más jóvenes.

Esta misma temporada, en la Champions League, Bera Bera ha jugado varios partidos muy buenos pese a ir por detrás en el marcador, insistiendo en hacer las cosas bien y manteniendo la cabeza fría... quizá porque eran conscientes de que partían en desventaja y exprimían con mucha inteligencia sus recursos. Quizá les falte un poco de eso en la Liga, ser conscientes de que los partidos se pueden torcer, que quizá sea el primer paso para afrontar con calma la tarea de intentar reconducirlos, gol a gol.