Gloria LATASA
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AZKEN PUNTUA

El concepto de temporal

La palabra temporal, tan de moda, hace referencia a una variedad de situaciones meteorológicas y apelativos cuando poco, curiosa. Sus diferentes nombres pueden estar relacionados con la localización geográfica del evento, su intensidad, un fenómeno meteo- rológico destacado, algún animal o cuestiones de tipo religioso.

El Temporal de Darling (Australia) o el Temporal de Flandes son ejemplos de nombres relacionados con localizaciones geográficas. El primero, de polvo y causado por vientos ciclónicos. El segundo, de nieve y originado por vientos del sur.

Si lo que prevalece es la intensidad se dice Temporal Duro a aquel cuyos vientos están entre 51 y 57 nudos y Temporal Huracanado al que causa vientos iguales o superiores a 64 nudos.

Cuando es un fenómeno meteorológico el que le da el nombre se habla de Temporal de Foehn (viento) que ocurre frecuentemente en octubre en los Alpes o de Temporal de Nieve (grandes nevadas).

Relacionados con animales están el Temporal de la Golondrina a principios de primavera en Inglaterra y Escocia, el Temporal de las Ranas con lluvia de ranas, el Temporal del Cordero con una ligera caída de nieve en primavera en Inglaterra o el Temporal del Cuclillo con viento duro a finales de abril o principios de mayo también en Inglaterra.

Asociados a cuestiones religiosas están el Temporal de los Cuarenta Santos originado por vientos del sur con anterioridad al equinoccio de primavera en Grecia o el Temporal de Santa Rosa que aparece de forma anual hacia finales del mes de agosto en Argentina.

Pero, ¿qué es en realidad un temporal? Según el Vocabulario de Términos Meteorológicos y Ciencias Afines del INM puede serlo un viento cuya velocidad esté entre 44 y 55 nudos (fuerza 10 en la escala Beaufort), una tempestad (perturbación del aire o del mar) o un tiempo de lluvia persistente.

En cualquier caso, un tiempo desapacible en el que predomina un viento generalizado y que persiste en las capas bajas de la atmósfera. Si además viene acompañado de algún otro elemento como la lluvia, la nieve o las olas, de él tomará su «apellido».

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