Camaradas circustanciales
Propone Iván Solarich un juego inicial, que no seamos espectadores. Para ello nos convierte en pasajeros de un vuelo camino de Seúl. A partir de esta aparentemente simple ruptura, nos va introduciendo en sus ideas, en sus concepciones, en esos pensamientos que suceden a treinta mil pies mientras se está enclaustrado en ese objeto volador que está estratificado por clases, por secciones, pero que, es cierto, nos socializa, nuestro destino es único. Si cae, se acabaron los privilegios de clase. Y ahí nos habla del comunismo utópico y del comunismo real. Y son retazos de una vida. Apuntes de una biografía. En esa soledad de una noche en vuelo transoceánico
Disquisiciones de esta entidad o de otras referidas a lo cultural, incluso con cuestiones metateatrales como cuando nos grita, desesperado que el es un actor. Y lo repite. Y nos hace pensar que ha roto el pacto. Y es que estos pactos vienen implícitos, siempre partimos de una convención teatral, en donde damos por supuesto tantas y tantas cosas, que nos hace a veces parecer perdidos en una inmensidad de conceptos.
El actor y un músico, unas luces circunstanciales un texto que parece sobrevenido en ocasiones, y una buena actuación, en los límites de la improvisación, pero muy amarrada, muy ensayada para que nos legue con esa sensación libertaria. Un trabajo que nos deja pensando. Lo que no es poco lo que nos proporciona este viaje teatral.

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