MIKEL INSAUSTI
CRíTICA: «300: El origen de un imperio»

Una mujer guerrera se cuela entre tanto héroe heleno

Dicen las crónicas antiguas que Artemisia tan sólo comandó cinco de los muchos navíos que componían la flota persa del emperador Jerjes, mientras que en la ficción cinematográfica llega incluso a tener su propia batalla naval. No cabe duda de que las historietas gráficas de Frank Miller están hechas desde una concepción actual de la violencia visual, y de que el trasfondo histórico no es más que un buen pretexto para desplegar una serie de coreografías bélicas, impregnadas de sangrienta estética gore.

La escenificación que se hace de la Grecia del siglo V a. de C. resulta de lo más hiperbólica, en base única y exclusivamente a la épica de las gestas guerreras y de las tragedias clásicas que se derivaron de ellas. «300» y su secuela son lo más alejado que haya podido crearse del género peplum, para conformarse como una propuesta dinámica más próxima al videojuego de acción.

Me desconcierta que en muchas críticas y comentarios en la red se eche de menos el protagonismo que tuvo en el film original el actor escocés Gerard Butler, y creo que se equivocan cuando ven al allí secundario Sullivan Stapleton como su directo sucesor en «El origen de un imperio». Tal comparación no sería justa, puesto que quien de verdad asume el liderazgo en la continuación es Eva Green, como una mujer de armas tomar que sirve para cuestionar el machismo testosterónico al que se enfrenta. El personaje de Artemisia es en consecuencia muy pertinente, toda vez que se trata de una subdita griega que se pasa al enemigo, seguramente harta de convivir con tanto héroe heleno de pectorales y abdominales pétreos. No en vano Jerjes es representado como una especie de Drag Queen, oséase todo lo contrario de ese armario ropero llamado Temístocles.

El momento cumbre de «El origen de un imperio» no está en las escaramuzas de los trirremes griegos, sino en la escena de sexo acelerado que comparten el héroe y su antagonista, permitiéndole a esta comprobar que Temístocles es mejor guerrero que amante. Eva Green transmite ahí mayor tensión física y dramática a la vez que el resto del metraje.