No se puede jugar con la ilusión de la gente
A Osasuna no se le puede exigir que haga un fútbol de kilates, pero sí que se deje la piel en el campo, máxime cuando lo que se dilucida no solo es la permanencia en la categoría, sino incluso la supervivencia del club -bajar a Segunda sería la puntilla a su maltrecha situación financiera- y la ilusión de miles de personas que, con la que está cayendo, destinan parte de su economía a sufragar una afición que no es barata precisamente porque tampoco lo son los sueldos de quienes son actores principales en ese escenario verde que es un campo de fútbol. Si el nivel de compromiso no está acorde a esos emolumentos, algo está fallando y alguien tendrá que tomar cartas en el asunto para recordarle al vestuario rojillo que, además de sus carreras profesionales, todo lo demás también está en juego. Porque ayer no se ganaron la nómina.

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