El segundo partido menos importante de los ocho
La creciente ansiedad del entorno rojillo llevará a catalogar el derbi del domingo como una final angustiosa. Sin embargo, llegados a este punto de caída libre, más urgente todavía que superar esos malditos 29 parece recuperar física y anímicamente al equipo. Y, siendo sinceros, en la deriva que lleva Osasuna, atenazado por la carga de kilómetros en las piernas y de derrotas consecutivas en el cerebro, parece muy complicado que frene a una Real que se caracteriza por todo lo contrario: la velocidad.
¿Tirar la toalla? Todo lo contrario. Pese al desastre de los últimos cinco partidos, todavía el margen de los ocho siguientes posibilita ser optimistas. Pero no todos los partidos valen tres puntos: hay dos de seis, y son justo los dos siguientes, visita a Almería y llegada del Valladolid. Es ahí donde Osasuna se va a jugar todo su futuro. Dando por seguro que en caso de necesidad sumará los tres últimos puntos en El Sadar ante el Betis, sacando adelante esas dos finales lo tendría casi hecho. Y en caso de tropiezo, aún dispondrá otros tres partidos asequibles para rascar: Celta y Espanyol, que pueden llegar a entonces ya sin objetivos y relajados, y antes Valencia, entretenido en Europa. Solo sobra el Bernabéu, donde la única duda de Gracia debía ser si llevar a los promesas, los veteranos...o los utilleros.
Hay terreno abierto, por tanto, para avanzar hasta los 40 puntos. Y eso hace más desesperante aún la pésima gestión de los cinco últimos partidos. Con tan asequible calendario y siete puntos de ventaja sobre el descenso, tocaba dosificar esfuerzos e ir no ya partido a partido, sino punto a punto. El encuentro de Levante se fue en el resacón del 3-0 al Atlético, comprensible hasta cierto punto. Pero las visitas de Málaga y Sevilla se debieron afrontar con más humildad, poniendo por delante que un empate era rexcelente teniendo en cuenta que los de Schuster llegaban por debajo en la tabla (y perdían así además el goal-average) y los de Emery todo lo contrario, en la mejor racha de toda su historia. Sacar esa mentalidad de resistente habría permitido que los encuentros se amarraran mejor de entrada y se pelearan hasta el final, sin dejarse ir antes del tiempo. El Camp Nou, mejor ni recordarlo: el picnic solo sirvió para vaciar más el depósito físico y mental de los jugadores.
El retrato del equipo actual es Damià. Lecturas arbitrales a un lado, el penalti llegó de la impotencia de un jugador hoy exhausto y que hace un mes lucía como el más potente de los once. La impresión es que no se trata solo de cansancio físico, sino también mental. Si el partido contra la Real sirve para recuperar tono, valdrá aunque se pierda. Luego sí que habrá que llegar al 100%.

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