Maite SOROA
msoroa@gara.net
PAPEREZKO LUPA

Vándalos terroristas

Tras la huelga estudiantil del pasado jueves, el extremo centro mediático clamaba contra «los violentos». Y es que en los últimos días nos han mostrado muchas imágenes de alguna agresión a policías en Madrid, pero ninguna de policías apaleando o pateando a manifestantes.

En «El Mundo», al que le parecía estupendo que Interior apoye la no menos estupenda idea de Ana Botella de alejar del centro urbano las protestas, Santiago González decía que no le gusta «que zurren a los guardias. No es el orden natural de las cosas y lleva la desconfianza al corazón de los administrados, amén de romper la definición de Weber, según la cual el Estado reivindica para sí con éxito el monopolio jurídico de la violencia». Ya, el orden natural de González es el abuso policial. En cuanto al monopolio jurídico de la violencia... ¿para defender a los responsables del empobrecimiento de quienes protestan?

«La Razón» titulaba su editorial «Impunidad de los violentos». Pero tampoco se refería a la Policía, una de las instituciones donde más impunidad se acumula. Se refería a la puesta en libertad de los detenidos del 22M en Madrid, y aseguraba que «los ciudadanos asisten atónitos a la puesta en libertad de los vándalos que atacaron a la Policía». Pues nada, habrá que fusilarlos, ¿no? Después arremetía contra los estudiantes que entraron en la Universidad Complutense, y mostraba una foto de una profesora dando clase y en la puerta un joven que se dirige a ella, y aseguraba que «Es evidente que muchos de los embozados que se pasean por los campus no representan a una mayoría silenciosa y coaccionada que sólo está dispuesta a batirse en la trinchera del conocimiento y del esfuerzo». Al margen de lo cutre de la frase, con las leyes de ese Gobierno que tanto le gusta a «La Razón», parece claro que las hijas y los hijos de la mayoría, silenciosa o vociferante, no van a tener acceso ni al conocimiento ni al esfuerzo.

«Abc», titulaba en portada «La Policía cree que los violentos buscan `desestabilizar el Estado'», lo que daba pie al diagnóstico del vetusto diario: «No es vandalismo, sino terrorismo», porque, decía en su editorial, «su finalidad es la subversión del orden constitucional, con la etiqueta de la bandera republicana», por lo que «tienen que ser acusados de terrorismo». Les ahorro el resto, excepto el final: «no son más que aprendices aventajados de los `borrokas' etarras». No sé, no sé, esta gente que se muestra tan radicalmente contra las drogas...