Marcel Gascón (EFE)
20 AÑOS DE DEMOCRACIA EN SUDÁFRICA

El descontento social agua la fiesta

La gestión de los líderes que sucedieron a Mandela tras 1999 ha hecho crecer el escepticismo y malestar ante una clase política acechada por escándalos de corrupción y acusaciones de ineptitud.

«Tenemos una Constitución perfecta, pero no los medios para aplicarla», dice la analista de negocios y activista lesbiana Mantedieng Mamabolo, que se refiere a uno de los aspectos más alabados de la Carta Magna sudafricana: los derechos que otorga a las minorías sexuales. «Nuestros derechos no se respetan en muchos sectores de la sociedad», explica Mamabolo, de 26 años, quien lamenta la incapacidad del Estado de proteger a los homosexuales que viven entre las capas más desfavorecidas del país.

«El Gobierno no hace nada por crear empleo y no tenemos salidas para prosperar», cuenta el joven parado Sipho Mthembu frente a su chabola del asentamiento de Kliptown (Soweto, Johannesburgo).

El desempleado Mthembu comprende «las dificultades de revertir en veinte años» siglos de discriminación contra la mayoría negra del país, pero no ve en el gubernamental ANC -en el poder siempre desde 1994- «un plan» para emancipar a los pobres y reducir la brecha social que pervive.

Además de esta falta de estrategia, Mthembu denuncia casos «vergonzosos» de abuso de poder como el de la reforma de la residencia privada del presidente del país, Jacob Zuma, en la que se gastó más de 15 millones de euros y que llevó a la defensora del pueblo, Thuli Madonsela, a pedir al mandatario devolver el dinero.

«Fue un ejemplo muy importante de integridad para la salud del sistema», comenta el empresario hostelero Dirck Pont sobre el informe que emitió hace meses Madonsela acerca del abultado gasto.

Sin embargo, Pont no cree que ese caso vaya a influir en la tradicionalmente amplia mayoría de ANC en las elecciones generales del 7 de mayo. «La mayoría del país carece de educación», apunta el empresario.

Buena conocedora de ese problema es Lindiwe Zulu, profesora en el instituto público de educación secundaria Eqinisweni, junto al populoso asentamiento de Ivory Park, situado entre Pretoria y Johannesburgo. Zulu destaca los muchos «avances» desde 1994, pero también hace hincapié en la desmotivación de los profesores por el exceso de alumnos, especialmente en las zonas rurales, así como las carencias del sistema público en los estudios matemáticos y científicos.

Como Zulu, el director del instituto, Jabu Kunene, llegó al centro y a Ivory Park el año de las primeras elecciones democráticas y, desde entonces, recuerda con orgullo que «se han construido carreteras, casas...». «Esta escuela funciona (...). El que quiere estudiar estudia, el que no, es porque no quiere», asegura Kunene, que destaca además la gratuidad frente a la anterior discriminación.

Las infraestructuras son otro caballo de batalla pendiente. Las carencias no las sufren únicamente en forma de baches en las carreteras o cortes de electricidad empresarios como Pont, sino también poblados chabolistas de todo el país, que han vivido este año violentas protestas por este motivo.