Maider IANTZI

Etxerat lanza un «ya vale» tras 25 años de dolor por la dispersión

Familiares y amigos de los presos políticos vascos llevaron a cabo ayer una comparecencia especial en una gasolinera de Gros. Al lado de las furgonetas que los llevan hasta sus seres queridos, ataviados con el pañuelo blanco y con bolsas en la mano, en medio del ir y venir de los coches, el ruido de los motores y el olor a gasolina, retrataron lo que viven muchas personas cada fin de semana desde que el Gobierno español puso en marcha la dispersión hace 25 años.

Este jueves se cumple un cuarto de siglo desde que el PSOE y el PNV acordaran aplicar de manera general, sistemática y colectiva la dispersión. Etxerat recalca que es un aniversario «de sufrimiento y de dolor», ya que «esa decisión política ha provocado, hasta hoy, dieciséis muertos y cientos de heridos». Remarca que los accidentes, ocurridos lejos de casa, a muchos kilómetros, «no son una casualidad, sino una causalidad». Y a los estados español y francés, a partidos políticos vascos, españoles y franceses, a quienes implantaron esta medida, les dice: «¡Ya vale! Es suficiente».

En una rueda de prensa ofrecida en la gasolinera de Gros (Donostia), al lado de la casa de cultura Okendo, en un escenario que se ha convertido tan habitual para ellos, familiares y amigos de los presos reclamaron a «todos los responsables» de la prolongación de la dispersión que hagan todo lo necesario para acabar con ella, «hoy, mejor que mañana». Informaron de que solo en 2013 resultaron heridos diecinueve familiares en «accidentes inducidos» y se preguntaron «cuántos tienen que ocurrir para desactivar esta medida política de excepción».

El jueves, concentraciones

A la sociedad vasca, por su parte, le animaron a sumarse a las movilizaciones que han convocado para este jueves a las 12.00 en todas las capitales de Hego Euskal Herria, delante de las sedes del Ejecutivo de Madrid. En Donostia será en la Plaza Pío XII; en Gasteiz, en Andra Mari Zuria; en Bilbo, en la Plaza Elíptica; y en Iruñea, en la Plaza de las Merindades.

Les resulta muy difícil, casi imposible, calcular cuántas personas han sufrido debido a la dispersión, pero con una pregunta llevaron a los periodistas a hacerse una idea de la dimensión de este problema: «¿Quién no tiene un amigo, un vecino, un conocido o un familiar que recorre cientos y cientos de kilómetros solo para realizar una visita de 40 minutos?». Explicaron que la dispersión supone sufrimiento y, además, una doble conculcación de derechos.

Por un lado, para los propios presos. «Los castigan sin atención médica, los alejan, los aíslan, les golpean, les privan de los derechos más básicos y todavía, algunos, siguen justificando estas vulneraciones». También sufren los allegados. «Nos castigan solo por ser familiares, por querer a nuestros hijos, hermanos y padres». Es un castigo en algunos casos mortal y tiene consecuencias a nivel físico, sicológico, social y familiar, sin olvidar los gastos económicos. Recorren, cada fin de semana, una media de 1.500 kilómetros.

Si en 1986 la mayoría del colectivo se encontraba en tres cárceles (Carabanchel, Alcalá Meco y Herrera de la Mancha), hoy los 491 presos políticos vascos están dispersados en 77 prisiones (44 españolas, 27 francesas, una de Inglaterra, otra de Portugal y otra del norte de Irlanda). Solo cuatro personas están presas en Euskal Herria.

Fermina Villanueva: «No tenemos descanso»

Fermina Villanueva, navarra que lleva 48 años viviendo en Hernani, narra la última visita que le hizo a su hijo Imanol Miner, preso desde hace doce años en Granada. Fue en abril. Salió el viernes por la tarde en la furgoneta, pasó la noche en el camino y vio a Imanol el sábado. Después de comer, emprendió el viaje de regreso, como siempre, «con los pies hinchados, muy cansada». Tenía por delante otra noche sobre el asfalto. «Llegamos sobre las 4.00 del domingo. Yo ya no voy a trabajar, pero el que debe ir está hecho polvo para toda la semana. No tenemos descanso. Cansancio, gasto, riesgo... todo para estar con mi hijo dos horas».

Aparte de él, Fermina tiene otros cuatro hijos -uno de ellos, Elias Miner, le acompañaba en la comparecencia de Gros- y se turnan para ir a verlo. «El vis a vis solo es una vez al mes. Yo voy cada dos o tres meses porque pueden entrar cuatro personas y no podemos ir todos juntos». Suelen viajar en furgoneta. También en avión hasta Málaga cuando encuentran alguna oferta. M.I.

Pedro Estonba: «Nos ha ido ayudando muchísima gente»

Pedro Estonba fue a visitar a una compañera el sábado pasado. Viajó a Soto del Real junto a una amiga. Él tenía la cita a las 13.30 y ella a las 14.30. Salieron de allá a las 16.00, pararon a comer algo y prosiguieron la vuelta a casa. Llegaron a las 21.30.

En febrero salió libre su hijo tras estar preso 15 años en distintas cárceles. Pedro ha recorrido muchos kilómetros para verlo. «Tenemos muchos conocidos y hacemos muchas visitas. Somos un sector importante de gente involucrada y supone un esfuerzo grande. En algunos sitios te reciben bien, incluso tienes amigos, y en otros, mal. Te quedas con lo bueno».

Una vez pegó un volantazo cuando conducía una furgoneta camino a Badajoz. «Tuve mucha suerte, no pasó nada pero desde entonces no conduzco furgonetas». Estos vehículos son de mucha ayuda. Organizan sorteos e iniciativas para comprarlos, porque se tienen que cambiar cada cuatro-cinco años. «Mucha gente ha ido viendo la necesidad y echando una mano. Los familiares nos hemos sentido siempre muy arropados», resalta. M.I.