A falta de un minuto del final del partido entre Laboral Kutxa Baskonia y Barcelona, con el partido ya decidido, Sergio Scariolo decidía cambiar a Andrés Nocioni. Los más de 10.000 espectadores congregados en el Buesa Arena no dudaron en ponerse de pie y brindarle una cerrada ovación que duró más de un minuto. Quien más quien menos, se intuía que el alero de Santa Fe podía poner punto final a su andadura en Gasteiz.

El propio jugador, con la decepción en su tono de voz y aún con gotas de sudor resbalándole por la frente, reconocía que se había acabado una etapa, dos años y medio en los que «no logré que el Baskonia esté arriba». No dio ninguna respuesta concreta, pero sí dio a entender que no volverá a defender los colores de Saski Baskonia.

«Tendré que evaluar si sirvo para el equipo y si estoy en condiciones para mantener a este equipo a primer nivel», dijo para empezar. «Si uno no es parte de la solución, es parte del problema. Ya tengo una edad y no sé si puedo tirar del carro y ayudar a que este equipo regrese al nivel que tiene que volver», añadía el jugador argentino.

Desde el seno del Baskonia existe el interés en seguir contando con la garra y el carácter del alero argentino, pero lo cierto es que ligas como la VTB de Rusia, la adinerada Liga de Turquía e incluso la NBA también han mostrado su interés por el «Chapu». Nocioni, que termina contrato el próximo 30 de junio después de regresar a Gasteiz desde las filas de Philadelphia 76ers, solo pidió tiempo para «evaluar» su nueva situación. Por lo pronto, se tomará un descanso y preparará el mundial que se celebrará en el Estado español en agosto y septiembre. Solo después de ese evento se conocerá a ciencia cierta qué camino tomará Nocioni.

«No creo que sea el final de mi carrera. Me sentaré a hablar», precisaba el jugador sin desvelar dónde puede jugar la próxima temporada, en una comparecencia ante la prensa en la que recalcó que «el Baskonia es patrimonio no solo de Gasteiz, sino de todo el País Vasco», con independencia de sus integrantes.

Lo cierto es que sus palabras tenían un inequívoco aire de despedida, de decisión meditada y ya tomada. «Uno tiene que tomar decisiones que van a doler, o no. Veremos qué pasa», culminaba el «Chapu».