El relato del relato
La elaboración del relato de lo ocurrido en las últimas décadas está cobrando vida propia. Se está convirtiendo en un fin en sí mismo, una especie de nuevo intento por imponer lo que por otros medios no pudieron ni gobernantes, ni guardias civiles ni periodistas. ¿Qué eran, a fin de cuentas, las famosas «versiones oficiales»? Aquellos muertos por disparos al aire, los autolesionados en comisaría, los incontrolados, las huidas a nado esposados o el todavía vigente «todo es ETA», que es más breve pero justifica lo demás...
El blanqueo del pasado es hoy más sofisticado. Ahora se encargan informes. También oficiales. Como el que el Gobierno de Urkullu ha solicitado a un grupo de historiadores sobre el contexto histórico de la violencia. Leo en la prensa una crónica en la que, ya de entrada, el propio periodista atribuye al encargo la función de «conformar un relato democrático». ¿Qué es un «relato democrático»? ¿Un nuevo género? Se despejan las dudas: el trabajo ha sido encargado a un reconocible grupo de historiadores, en virtud de una propuesta del PSE. El instituto adjudicatario del contrato público, que cuenta entre sus miembros con Jon Juaristi, quien no necesita presentación, o el catedrático Luis Castells, para quien «los vascos han vivido cómodos en España», por citar algún ejemplo, ya se enfrentó incluso al borrador del Plan de Convivencia del Gobierno Vasco por «no ser suficientemente contundente» contra ETA. Si ya tenían la conclusión, ¿para qué querían el informe?
La crónica recoge reflexiones del catedrático Antonio Rivera, uno de los encargados del dictamen y también, casualmente, viceconsejero del ejecutivo de Patxi López, que asevera que «el papel de los historiadores es evitar un cierre en falso». No sabíamos de esta inaudita nueva misión de la historiografía, aunque ayuda a comprenderla el gusto que muestra el docto entrevistado por el lenguaje bélico para explicarse: «Lo que pretendemos es poner una pica en Flandes para proyectar todo un futuro de investigaciones», «ETA ha sido derrotada policialmente pero no lo ha sido su discurso» o «el que gane la batalla de la memoria ganará la batalla de estos 50 años». Y eso para convencernos de que aquí no ha habido conflicto alguno. Como la versión oficial; es más breve, pero sirve para justificar lo demás.
A este paso, acabaremos escribiendo el relato del relato.

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