Maite SOROA
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PAPEREZKO LUPA

Son una parodia

Hay días en que servidora tiene la sensación de que algunos de los habituales de esta sección son una parodia de sí mismos, que han llevado tan lejos su teatrillo que se lo han acabado creyendo. Ocurre por ejemplo con Santiago Abascal junior, quien cada vez se parece más a un personaje de cómic del franquismo. Siempre tan afectado en sus palabras, tan dado a la pompa y la prosopopeya, en su última columna en «Libertaddigital», el ex del PP afirma que «además de su propio reinado, Felipe VI inaugura una hora decisiva para la nación. España necesita una reforma profunda que ataje las múltiples crisis que la están sofocando, como aquella hiedra de la que advertía Ramiro de Maeztu, en otra época difícil». Lo dicho, siempre tan tremebundo.

Dice luego que «además de en la economía, hay una profunda crisis en lo moral, en lo social, en lo político y en lo territorial», para añadir que «a Felipe VI van a tratar de embaucarle los charlatanes de siempre, pretendiendo convencerle de que la única forma de consolidar la Corona es cediendo ante quienes la desprecian y la insultan a diario. Incluso es muy probable que le aconsejen que lidere la culminación del llamado proceso de paz». Poco ha tardado en llegar a donde siempre. Además de tremebundo es pesado el de Amurrio. El guardiacivilesco político sostiene que «se barajan sobre este asunto ideas que pudieran parecer delirantes, como una monarquía confederal que amparase la independencia de hecho de Cataluña y del País Vasco y Navarra; y que se cimentaría con numerosos indultos a terroristas, haciendo caso a esa izquierda creciente que ya trata a Otegui como a su Mandela». Sí, seguro que se barajan esas ideas... Delirante es el pobre Santi, que intenta barrer para casa dándoles cera a sus excompañeros: «Ya sabemos que en las épocas turbulentas de la historia las minorías decididas son capaces de imponerse a las mayorías silenciosas. En España sucede que, más que silenciosa, esa mayoría está silenciada, porque la deslealtad del Partido Popular con sus votantes ha dejado sin representación política a amplísimas capas sociales. No durará mucho, porque sus sucesivas traiciones, la larga marcha hacia el centrorreformismo y más allá, el complejo ante lo progre y el fantasma de UCD lo convierten en un partido en descomposición». Y lo dice él, que ha fundado un partido que es como el PP pero en versión cómica. No digan que no parece un chiste...