Ignacio BENEDETTI «Magazine Perarnau»
Mundial de Brasil 2014

Pero el pase fue de Messi

Argentina se ahoga en sus propias penas. No comprende que el ser humano tiene la capacidad de enamorarse más de una vez en el transcurso de sus vidas. De esa manera se priva de disfrutar el presente porque el peso del pasado es insoportable; una carga que nadie le asignó, sino que ella misma ha ayudado a que crezca, se alimente y se convierta en este monstruo que no deja tranquilo ni al mismo Lionel Messi. Alguien con los estudios necesarios debe explicar por qué existe una legión enorme de profetas del desastre dispuestos a recordarnos que «Lio no es Diego» como si eso fuese un accidente y no parte de la normalidad. Maradona no fue Bochini, Bochini no fue Kempes, y así podríamos estar tirando mil nombres durante mil noches y dudo de que pudiéramos convencer a estos iluminados de que cada uno es grande en su tiempo, pero que en este juego nadie se vale por sí mismo. Mientras no acepten eso y se rindan a la complejidad de este juego, seguirán sumando ladrillos a la mochila que hoy carga el `10', al que prácticamente obligan a que repita el gol de Diego Armando a los ingleses para que así goce del reconocimiento que hace mucho se ganó. El partido lo define un gol de Ángel Di María, pero la jugada, que muchos querrán emparentar con el pasado, es actual, es de Messi, es de Lio y punto.

Y luego su próximo rival. Hasta que apareció Bélgica en toda su dimensión. Fue la mejor presentación del equipo de Marc Wilmots en Brasil y solo la enorme actuación de Súper Tim Howard evitó una goleada de escándalo. El portero norteamericano sacó todas las herramientas que lo llevaron al Manchester United en el momento más especial de todos: en la fase del mata mata. Pero los diablos rojos fueron todo fútbol, fueron el equipo de la etapa clasificatoria. El tema es que en este momento del Mundial ya aparece el miedo como acompañante de casi todos los equipos. El miedo a perder y que se caiga el castillo de las ilusiones, y el miedo a ganar, hijo de las inseguridades más profundas del ser humano. Ese pánico existe y ha acabado con carreras que lucían prometedoras.

La neuropsicóloga española Rosa Coba explicaba, en la revista 11 del Club Perarnau, que el miedo y el deportista forman un tándem indisoluble porque, cuando de competir hablamos, aceptamos implícitamente una evaluación propia y ajena, «puesto que conlleva un resultado que de un modo u otro nos sitúa en el binomio de ganar o perder». Los belgas espantaron ese fenómeno justo a tiempo y salieron decididos a hacer lo que mejor saben.

Por ello su segundo tiempo debe sumarse a la videoteca de este mundial, por actitud, por juego pero, por encima de todo eso, por haber derrotado a los demonios que acechan al deportista y que se hicieron presentes con el gol de Green.