Vísteme despacio que tengo prisa
Los bombardeos por parte de Israel contra la franja de Gaza comenzaron el día anterior. Todo lo que ha ocurrido desde entonces se resume en muerte, destrucción y desplazamientos.
En aquella recepción también nos hablaron de un chaval, según ha confirmado GARA después, de nombre Muslin, al que las autoridades israelíes, después de propinarle la enésima paliza, denegaron el permiso para viajar hasta Donostia por tener «demasiados problemas» con ellas. Malos tratos continuos, violaciones, vejaciones... a sus 14 años, de eso sabe mucho este joven, cuya salud sicológica está muy tocada. Por eso era tan importante que pudiera viajar a Euskal Herria.
Días después llegaba la noticia de su muerte, pero la información resultó no ser correcta. La víctima es otro joven, llamado Mohamed, también amigo de los integrantes del equipo de fútbol Hai Al Bustan.
Hasta que la información ha sido aclarada y confirmada, la noticia ha acaparado las redes sociales y algún titular, incluso las JJGG de Gipuzkoa aprobaron ayer una declaración institucional lamentando expresamente este fallecimiento, pues la historia de este equipo y la del chico al que no le permitieron cumplir su sueño caló hondo.
Que en lugar de Muslin haya sido Mohamed no cambia nada. Por supuesto. La gravedad es de una proporción exacta pero, al margen de todo esto, y a la vista de cómo se han sucedido las reacciones, reflexiono inevitablemente sobre las prisas y la falta de rigor para contrastar la información. No es cuestión de nombres, insisto, pero vísteme despacio que tengo prisa.