Mikel CHAMIZO DONOSTIA
Entrevista
Diego ARES
CLAVECINISTA

«Los compositores de la Ilustración comenzaron a ver la música como un entretenimiento sano»

El Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical llegará mañana a su ecuador con una visita a la música del periodo de la Ilustración. Una época en la que la música se modernizó enormemente y que será presentada en sus distintas facetas por el clavecinista Diego Ares.

Diego Ares actuará mañana a las 18.00 en el Convento de Santa Teresa de Donostia, dentro del Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical, con un programa titulado «El clave español de la Ilustración» que recupera obras de José de Larrañaga, Manuel Blasco de Nebra, Manuel de Sostoa, José Teixidor, Mateo Albéniz, Sebastián de Albero, José Lidón y Antonio Soler.

Presenta el programa «El clave español en la Ilustración». ¿Qué cambios hubo en la música de esta época, en Europa, y concretamente en la española?

La Ilustración trajo a Europa un afán de modernización y en el caso español también de europeización. Los músicos se abrieron a influencias de otras latitudes que hasta entonces habían tenido poca representación, como el sinfonismo austriaco de Haydn y Mozart. Grandes ilustrados como Tomás de Iriarte, en su poema a la música, se presenta como un amante absoluto de la música de Haydn. Esto supuso un cambio importante frente a la larga tradición heredada de los polifonistas españoles del siglo XVI, cuya música era un ejemplo a seguir en toda Europa, pero cuyo ideal se prolongó demasiado tiempo, durante todo el siglo XVII y hasta la llegada de los Borbones. Con la nueva dinastía la música española comenzó a abrirse a las influencias francesas e italianas, y a mediados del XVIII también a la austriaca. Por tanto, la música refleja el interés de la Ilustración por modernizarse en todos los ámbitos.

Con la Ilustración las ideas políticas se articularon de forma muy consciente a través de las artes. ¿Cómo se filtraron en el caso de la música?

Si en el siglo XVI la música servía para elevar el alma a Dios y casi siempre adquiría un foco religioso, en el siglo XVIII se empieza a entender la música como un modo sano de ocupar el ocio. Una de las preocupaciones más presentes de los políticos de la época es que el ocio estuviera bien invertido, se valoraba mucho la idea del entretenimiento público para mantener feliz a la sociedad. Pero se buscaban formas de entretenimiento que fueran nobles y lo menos violentas posible, hasta hubo un intento de suprimir la tauromaquia. La música, en ese contexto, ejercía una función importante.

¿Fue el clave un instrumento fundamental para los músicos Ilustrados?

Sí, porque era el instrumento predilecto de la aristocracia. El clave tenía algunos puntos a su favor: es asequible y suena bien desde el primer momento, no requiere años de estudio como el violín o el violonchelo. Además el noble se sentaba ante él en una posición digna, sin sostener algo con el brazo o en el regazo. Es un instrumento elegante y su sonido brillante, así que recibió mucha literatura interesante. Por eso, y aunque el pianoforte se introdujo en España en fecha tan temprana como 1740, el clave siguió siendo un instrumento predilecto hasta entrado el siglo XIX y en la música compuesta para él se respira el deseo de estar a la moda.

Lleva en el programa a dos compositores vascos, José de Larrañaga y Manuel de Sostoa. ¿Qué particularidades tuvo la música de la Ilustración en Euskal Herria?

En el caso de las dos sonatas de Larrañaga que tocaré se aprecian estilos completamente distintos. La primera, con la que abro el concierto, refleja el sinfonismo austriaco. Es una sonata que podría ser perfectamente el primer movimiento de un concierto para violín y orquesta de Carl Philipp Emanuel Bach y no se intuye en ella nada del estilo español. Pero la segunda sonata de Larrañaga ya es en estilo completamente italiano y muy clavecinística, siguiendo la escuela napolitana. En cuanto a la obra de Sostoa, demuestra que los compositores de aquella época no escribían solo para músicos aventajados, sino que intentaban atraer a un público diverso, siguiendo el lema ilustrado de llevar la cultura a todos los ámbitos de la sociedad. Su exigencia técnica es mucho menor que la de Larrañaga, pero es una sonata llena de gracia y encanto.

La Sociedad Bascongada de Amigos del País, a la que pertenecían estos compositores, mostró también un marcado interés por la música popular. ¿Se percibe en estas obras de Larrañaga y Sostoa?

No puedo decirlo con certeza porque no conozco tanto la música tradicional vasca, pero sí es cierto que en el siglo XVIII renace el amor o la idealización del pueblo, que deja de verse como algo vulgar y se ennoblece. Esto es muy claro en la música y casi todas las obras del concierto presentan algún pequeño giro que recuerda a danzas campesinas. La de Mateo Albéniz, por ejemplo, recoge una especie de zapateado, hasta el punto de que existe un arreglo para orquesta sinfónica que usa castañuelas. También los instrumentos pastoriles, como la zanfoña o la gaita, se incorporaron a la música culta. Y el fandango, que era un baile cien por cien del pueblo, fue versionado hasta por los compositores italianos residentes en Madrid, como Scarlatti o Boccherini. El amor por la música popular no era fingido.

Doce conciertos exhibirán el importante patrimonio organístico de Gipuzkoa

La Quincena Musical de Donostia celebrará su tradicional Ciclo de Órgano, que incluirá doce conciertos en distintos templos guipuzcoanos que atesoran un patrimonio instrumental de relevancia mundial. El coordinador del ciclo, Esteban Elizondo, acompañado por distintos intérpretes, presentó ayer estos recitales, que se celebrarán hasta el próximo viernes, aunque incluirán una actuación especial el día 31 en la Iglesia de San Ignacio de Donostia. El ciclo acoge también su habitual Curso Internacional de Órgano Romántico, que es impartido este año por el prestigioso organista francés Daniel Roth. Precisamente, será una selección de los 24 organistas de diez países que participan en el curso impartido por Roth la que protagonizará la audición que tendrá lugar el día 8, en la Basílica de Santa María del Coro.

El Ciclo de Órgano, uno de los más profusos y viajeros de la Quincena, celebrará una actuación especial el día 31 para conmemorar el centenario de la construcción del órgano de la Iglesia de San Ignacio, en la que su titular, Gerardo Rifón, junto a los coros guipuzcoanos Loinatz y Eskifaia, ofrecerá obras de autores vascos como Torres, Iruarrizaga, Mokoroa y Otaño.

Los conciertos del ciclo comenzaron en Usurbil y Esteban Elizondo ofrecerá hoy en la Iglesia de Santa María del Coro un repertorio centrado en grandes obras de la literatura vasca para órgano, mientras que el mañana habrá cita doble, ya que el órgano neoclásico de la Catedral del Buen Pastor acogerá la interpretación de Thierry Escaich, mientras que el instrumento romántico de la Iglesia Santa María de Tolosa albergará el talento de Óscar Candendo.

El programa del próximo jueves será triple con tres artistas vascos. La mezzosoprano Ainhoa Zubillaga, el jovencísimo tenor Xabier Anduaga y el organista Gerardo Rifón interpretarán obras de autores como Bach, Mozart y Mahler en la Iglesia San Ignacio de Donostia, al mismo tiempo que, de nuevo, Thierry Escaich se pone al frente del Cavaillé-Col de Santa María La Real de Azkoitia y la Iglesia Santa María de Deba acoge una propuesta atractiva y novedosa, en la que tomarán parte la soprano Miren Urbieta, la organista Koro Sáenz y el txistulari Jose Ignazio Ansorena, quien estrenará una partitura expresamente escrita para este programa. GARA