La «marca Eibar» también funciona en Primera
Los azulgranas se estrenan en la máxima categoría adjudicándose los tres puntos ante una Real que apretó en la segunda parte pero que en la primera no supo hacer frente a la intensidad y ambición de un rival que no acusó la ansiedad por el debut.

EIBAR 1
REAL SOCIEDAD 0
«El Eibar lleva 74 años en la misma línea, así que no vamos a cambiar ahora. Competiremos, jugaremos con intensidad, ambición e ilusión». La «marca Eibar», en definitiva, cuyo testigo protege Gaizka Garitano, autor de la frase en vísperas del partido, como si se tratara de la reliquia más sagrada y sobre la que se han cimentado todos los éxitos de la casa azulgrana.
Unas señas de identidad que también han traído al Eibar a Primera y que, tres meses después de consumar semejante hazaña, le permitieron redondear una de las jornadas más emotivas de su historia. No escasean en los últimos tiempos e incluso es posible que el partido de ayer se vea superado en importancia por otro derbi, el que se adjudicaron los armeros frente al Alavés el pasado 25 de mayo para certificar el ascenso y en emotividad por el que solo una semana después supuso el adiós de Ipurua a la categoría de plata.
Pero pocas sensaciones igualan a las que desprenden las primeras veces. Y el choque ante la Real estuvo repleta de ellas. Probablemente por eso las gradas de Ipurua se llenaron antes que nunca. Nadie quería perderse el primer calentamiento, el saludo, el intercambio de banderines, la alineación, la fotografía... A sus 74 años, el Eibar inicia una nueva infancia, embriagado por la misma magia que rodea a la primera visita de Olentzero o a las primeras pedaladas en una bicicleta sin ruedines.
Pero los eibarreses no se limitan a abrir los ojos con sorpresa, a disfrutar de emociones desconocidas. Están en Primera y quieren reivindicarse de Primera. Y para eso, como también explicaba Garitano la víspera del choque, no basta con la ilusión. Hace falta fútbol.
Bien, pues de eso también parecen tener sus hombres, que se llevaron con justicia sus tres primeros puntos en la máxima categoría ante una Real que, tampoco le quedaba otra, apretó en la segunda parte, pero que pocos peros pudo poner a su derrota a manos de un rival intenso, inagotable, ordenado, defensivamente impecable y también muy ambicioso, al menos hasta que un golazo de Javi Lara al filo del descanso le puso por delante en el marcador. La Real, que siempre se había llevado algún botín en sus contadas visitas oficiales a Ipurua, que llegaba al arranque liguero más rodada por sus compromisos internacionales, que multiplicaba la experiencia de su anfitrión -ocho integrantes de la formación inicial azulgrana debutaron ayer en Primera-, no supo sacar provecho de una buena lista de ventajas evidentes.
Un equipo reconocible
Al menos en un primer tiempo en el que ni siquiera el único temor de los azulgranas, la ansiedad, empañó su rendimiento. Gaizka Garitano apostó por el once que cabía prever, con tres recién llegados -Abraham, Javi Lara y Ángel-, uno de los pilares del ascenso a Primera -Raúl Albentosa- y siete de los jugadores que hace poquito más de dos años celebraban el ascenso a Segunda A. Un Eibar totalmente reconocible, igual que su planteamiento, similar al de las dos últimas campañas pese al salto de categoría. «¿Por qué cambiar?», como preguntaba el técnico armero. Y así, los azulgranas, emplearon todas esas armas que recitaba Garitano, reflejadas en una defensa férrea -incluso en la segunda parte, cuando la Real apretaba con toda su pólvora, los errores pudieron contarse con los dedos de una mano- pero no en un cerrojazo. Con Abraham y, sobre todo, Javi Lara muy activos en banda izquierda, a la que también caía un Ángel tan móvil como suele reclamar su entrenador a los atacantes, Arruabarrena en su papel habitual, poco vistoso pero contundente, los centrales subiendo en las acciones a balón parado, y una capacidad de repligue y sacrificio a la que no desmereció un solo jugador, el Eibar dominó el primer tiempo casi por completo.
El equipo de Jagoba Arrasate, con cuatro novedades respecto al que se impuso el jueves al Krasnodar, no solo tuvo problemas para frenar el brioso fútbol local. Tampoco supo poner a prueba el temple de los eibarreses en zona defensiva. Necesitó casi veinte minutos para enviar su primer balón entre los tres palos y hasta el descanso apenas inquietó en un par de ocasiones más a Xabi. La sensación de peligro en la portería de Zubikarai, por el contrario, fue casi constante en la primera media hora. Aunque el gol llegó en el último suspiro antes del descanso. El golazo -una falta pegada a la línea de fondo que tocó en el segundo palo antes de colarse en la portería- que acabó dando los tres puntos al Eibar e inscribiendo el nombre de Javi Lara en un lugar destacado.
Cambiaron las cosas tras el descanso. Más conforme avanzó el tiempo. Por los cambios, por la necesidad, porque su rival fue perdiendo fuelle... Lo cierto es que los donostiarras se hicieron con el control del partido y acabaron poniendo cerco a la portería local ante un Eibar que supo mantener el orden y la intensidad defensiva realizando contadísimas excepciones, pese a que acabó acusando el esfuerzo y con una alta dosis de sufrimiento. Pero eso también forma parte de la «marca Eibar». La que ya ha dado a los armeros sus tres primeros puntos.

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