Beñat ZARRABEITIA
Periodista y socio del Athletic

Otro paso adelante para un modelo único

El Athletic afronta esta noche uno de esos partidos destinados a permanecer en la memoria colectiva de los aficionados rojiblancos. La apertura definitiva de San Mamés para más de 50.000 espectadores y la propia dimensión del encuentro suponen un reto de primer orden. Desde la final de Copa de 1984, será la primera vez en la que tantos aficionados del club se junten en un mismo estadio. La ocasión lo merece y así lo entendieron las personas que hicieron cola para adquirir una entrada.

El resultado de la ida invita al optimismo, sabedores de que la hinchada empujará a los suyos. San Mamés debe de ser determinante. Primer gran partido internacional para el nuevo campo, oportunidad de cargar una mochila de ilusiones que irá pasando de boca en boca, generación en generación. Construyendo su particular mística en un espacio físico diferente y con una sociedad que sigue teniendo al Athletic como referente de cohesión.

Entrar entre los 32 mejores de Europa y competir en la Liga de Campeones es un desafío precioso. Una oportunidad de oro para tratar de volver a ganar a los mejores y además representa la entrada de ingresos económicos cuantiosos para el club. No obstante, la clave principal la apuntó el director deportivo Jose Mari Amorrortu antes de partir hacia Nápoles: la política deportiva del equipo rojiblanco recibiría un espaldarazo enorme si el equipo logra superar la eliminatoria.

Un modelo único compitiendo ante auténticas trasnacionales futbolísticas. Un premio que vendría a corroborar que el Athletic ha sabido hacer frente a las dificultades que el fútbol le ha planteado durante las últimas décadas. Y es que el conjunto vizcaino ha pasado de ser uno de los tres clubes más laureados de Europa a principios de los cincuenta a llevar 30 años de sequía. Sin embargo, encara el momento actual en una buena posición deportiva, sin deudas, un nuevo estadio, su masa social intacta y habiendo competido siempre en la elite.

La política deportiva del Athletic se ha ido reajustando a la par que la propia sociedad vasca y sus cambios. De la visión celosamente sabiniana de las directivas vinculadas al poder de Neguri durante la etapa franquista a la integradora visión actual siempre con Euskal Herria como referente. Con esos mimbres y, sobre todo, un fantástico trabajo en Lezama, unido al apego de la afición, el conjunto rojiblanco puede mirar con optimismo al futuro, más aún si entra en la anhelada fase de grupos.

No siempre ha sido así, ni tampoco hay que cantar victoria. El Athletic ha sobrevivido a la inclusión de extranjeros en la Liga, primero con unos pocos y después con alineaciones repletas de foráneos, la trampa de los oriundos, el final del derecho de retención, el decreto 1006, los cambios de residencia a jugadores de categorías inferiores, el desigual e injusto reparto televisivo de la Liga española o la Ley Bosman y todas sus consecuencias. No obstante, el club no siempre ha acertado y eso ha derivado en profundas crisis que han hecho temblar sus cimientos. Mala gestión institucional con consecuencias deportivas y económicas, incapacidad para anticiparse a los acontecimientos, autocomplacencia, conceder excesivo peso a determinados ámbitos políticos y mediáticos, la presencia a su alrededor de constructores y agentes cuyo impacto en otros clubes deportivos del territorio han sido nefastos y la creación de su propia casta directiva. No hay que olvidar que para todos los miembros de la actual Junta es su primer mandato, pero que el club ha conocido a personas que han encadenado sucesivas estancias en Ibaigane con presidentes antagónicos entre sí debido a su capacidad para lograr apoyos durante las elecciones. Los socios les votaban, no hay duda, pero el decoro de la situación era escaso. El tiempo se ha encargado de confirmarlo, las sociedades cambian y la vizcaína no es una excepción.

La marcha de cuatro jugadores importantes en apenas dos años y el poder financiero de otros conjuntos europeos son una amenaza constante. La cada vez más notoria presencia de fondos de inversión que operan con equipos de la Liga española es inquietante, facilitando futbolistas a clubes endeudados hasta las cejas, siendo Atlético, Sevilla y Valencia claros ejemplos de ello. En esa tesitura, la fidelización de los futbolistas desde que llegan a Lezama pasa a ser el principal reto del club. La captación y metodología es muy buena, pero no se puede confiar únicamente en el hecho de que los jugadores lleguen ya rojiblancos de serie. Por eso, de cara al futuro, son importantes las decisiones de Muniain y Laporte este verano.

El Athletic debe profundizar en la diferencia, como aquel que siguiendo su propio camino hace posible lo que dicen que es imposible. No es fácil, pero si algún equipo puede despertar atención mediática en la próxima Champions League ese es el rojiblanco. Se puede hablar de los fichajes, jugadores, dinero e impacto de las transnacionales futbolísticas, pero el modelo del Athletic es único.

No superar la eliminatoria supondría una pequeña decepción, pero que nadie dude de que con el apoyo de todos, los leones van a ser capaces de superar al Nápoles.