Arnaitz GORRITI
Mundial 2014

Todo lo que no sea una final entre Estados Unidos y España será un sorpresón

Las dos selecciones favoritas solo podrán enfrentarse en la pelea por las medallas. La convocatoria de los de Krzyzeski sorprende por el gran número de pívots. La principal debilidad hispana está en sus exteriores.

Ya está todo listo para que los árbitros lancen el balón al aire y para que el negocio del Mundial de baloncesto 2014, con todo ese ingente dineral que ha de dejar en las arcas, se ponga en marcha. Hay quien espera ver baloncesto y del bueno, veteranos que reclamen que su tiempo aún no ha acabado y jóvenes que quieran tomar al asalto el cetro baloncestístico mundial. Hay quien espera algún alarde táctico o que algún inesperado mirlo blanco dé un golpe sobre la mesa. Pero lo que absolutamente todo el mundo espera es una final entre Estados Unidos y la selección española.

Para ser sinceros, lo contrario sería rarísimo, al menos en principio, aunque luego todo puede pasar y, parafraseando al ex de Bilbao Basket Richard Scott, it's basketball, man. Y amén de ser sinceros, si somos malpensados, podríamos añadir que hasta el sorteo ayudó perfectamente a España y los Estados Unidos. Da la casualidad de que solo se podrán encontrar en la final o en la lucha por el bronce -¿a que tendría guasa?- y las ausencias del resto de las selecciones allanan en cierta medida el camino hacia la finalísima, sobre todo en el caso de los entrenados por Orenga.

Un juego interior de referencia

Si las bajas lastran la selección de los Estados Unidos, con el desmentido rumor de última hora que apuntaba que la rodilla de Derrick Rose se había vuelto a resentir y que se había reactivado a Lillard, la principal característica del combinado hispano es que no falta nadie.

En el Eurobasket del año pasado las ausencias de Navarro, Pau Gasol y Felipe Reyes redujeron drásticamente la capacidad de la rotación española, en el que además jugadores como Xavi Rey, Gabriel o Mumbrú llegaron en muy baja forma. Así las cosas, la «generación de oro» hispana -la nacida en 1980 y campeona mundial en Japón en 2006- regresa con fuerza, aunque Felipe Reyes ya sea baja para los dos primeros partidos de la fase inicial. En cambio, Navarro, después de haberse arrastrado físicamente durante dos años, al fin demuestra estar en condiciones, y Pau Gasol, muy bien arropado por su hermano Marc y Serge Ibaka, parece que llega en buen momento.

Es ese juego interior el gran arma de los de Orenga, hasta el punto de haber condicionado la convocatoria norteamericana. A la selección española se le ha achacado que jamás ha ganado a los Estados Unidos -en realidad sí, pero fue en la lucha por la quinta plaza del Mundial de 2002- y que siempre ha ido a remolque del «amigo americano». Pero el juego interior de los de Orenga -con la versatilidad que otorga Claver y si Reyes puede aportar 10 minutos a su mejor nivel- ha obligado a Mike Krzyzewski a convocar a Plumlee, Faried, Drummond, Anthony Davis, DeMarcus Cousins y hasta Rudy Gay, que ante la ausencia de Durant ejercerá de ala-pívot casi a tiempo completo. Es decir, la mitad de la plantilla mira hacia la pintura y ofrece una respuesta física, ante todo defensa, intimidación y rebote, aunque menos talento -menos que Kevin Love, LaMarcus Aldridge o Blake Griffin-, aunque Anthony Davis y Cousins aspiran a ofrecer minutos de calidad en ataque. Que los de Orenga hayan hecho recelar y recular a los Estados Unidos ya es un pequeño triunfo.

Por contra, la línea exterior hispana sí que va a sufrir debido a sus problemas físicos. Rudy Fernández y Abrines, en principio llamados a ocupar puesto de alero para que Calderón, Navarro y Llull se expandan a sus anchas como escoltas, han estado parados largo tiempo; Abrines no ha jugado ningún minuto de la preparación y la espalda de Rudy vuelve a dar problemas. En tal caso, Claver tendrá que multiplicarse como alero, u Orenga deberá ensayar sistemas de small ball empleando a Llull como alero de ocasión, algo que les perjudicará en la pelea por el rebote y la defensa al poste bajo.

Por no hablar del desequilibrio con los bases. Sergio Rodríguez sufre en defensa -suele encargarse de los escoltas y no de los bases, porque defiende mejor a los jugadores sin balón- y Ricky Rubio padece de una alarmante irregularidad en el lanzamiento a canasta -no solo en el tiro exterior, sino también para completar sus penetraciones, de forma que prefiere doblar el balón a dejar la bandeja, ante todo si debe emplear la mano izquierda-. José Manuel Calderón ya no tiene las piernas de antaño para defender y penetrar, y ni él ni Sergio Llull destacan como hábiles directores de juego.

Ante ellos, Derrick Rose -si las molestias de la rodilla lo dejan tranquilo-, Kyrie Irving y Stephen Curry forman un trío en apariencia más compensado, con una velocidad de ejecución que los hispanos ni sueñan tener y una variedad de recursos -los triples desde 10 metros de Curry- únicos en el mundo.

«The Winning Team»

Y luego está James Harden. La «barba más conocida de la NBA» se descolgaba hace escasas semanas diciendo que «soy el mejor jugador de perímetro del mundo», y desde luego que en la faceta ofensiva poco tiene que envidiarle a nadie. Su zurda es capaz de tirar con acierto desde cualquier lado y además puede distribuir el juego de maravilla. Si Rudy y Abrines no se ponen a tono, el destrozo de Harden puede ser irreparable, aunque también es cierto que los rivales pueden explotar sus carencias en defensa.

«Nuestro objetivo es ganar el campeonato. Queremos que se nos conozca como el Winning Team», declaraba ayer el seleccionador estadounidense Mike Krzyzewski. Coach K, entrenador de la Universidad de Duke y que ha logrado reconducir a su combinado a las medallas de oro, sabe que para su selección perder no es una opción, y por eso decidía prorrogar su estancia al frente del banquillo cuando en principio había decidido abandonar tras la final de los Juegos Olímpicos de Londres.

Derrick Rose, por su parte, se mostraba confiado ante todo en sí mismo y luego en las opciones de su selección. «Me encuentro bien. Entiendo las dudas que se hayan podido generar por mi estado físico, pero este es el momento de demostrar que todo el duro trabajo de recuperación ha merecido la pena», explicaba, tranquilizando a sus fans, aunque reconocía el «reto» físico que les supondrá jugar cinco partidos en apenas seis días.

¿Y si pierden?

Pero claro, nadie está condenado a ganar. Tal vez los Estados Unidos, pero incluso ellos han probado lo que supone un rival subido a sus barbas.

La selección estadounidense ya probó en sus carnes el amargo sabor de la derrota, la última de los Estados Unidos hasta la fecha, el 1 de septiembre de 2006 ante Grecia, el día en el que Schortsianitis se doctoró y en el que los helenos dieron un auténtico recital a partir del pick'n roll central. Un partido en el que los griegos entraron en un «trance» anotador que propició el 101-95 final, huyendo de las teorías que piden a gritos partidos a pocos puntos ante los norteamericanos.

En Turquía 2010 entre Huertas y Splitter estuvieron a un tris de hacer doblar la rodilla a los de Coach K, 70-68, y en los Juegos Olímpicos de Londres Lituania puso el susto en el cuerpo a los de las barras y las estrellas, forzando el 99-94, y gracias. Todo ello por no hablar de las preciosas finales olímpicas en las que batieron a la selección hispana, pero sudando tinta.

Claro que en su camino apenas si se adivina algún rival capaz de hacerle sombra. ¿Acaso Eslovenia, si los Dragic entran en ebullición? ¿Lituania, si Valanciunas encuentra quien le dé balones? ¿Australia, pese a no contar con Mills ni Bogut?

La selección española tampoco puede relajarse. En la primera fase jugará ante Francia, Serbia o una Brasil que llega sin baja ninguna y cuyo juego interior -Nené Hilario, Varejao, Hettsheimeir y Splitter- no envidia nada a nadie.

Y en el camino podrá enfrentarse a una Argentina con Prigioni y Scola -al que no ganarán por 33 puntos como en la preparación-, una Grecia con Sloukas, Papanikolau, Zisis o Calathes, una Puerto Rico con Arroyo, Barea y Dani Santiago, o una Croacia cuyas estrellas Saric y Hezonja aún están algo verdes.

Por si acaso, Juan Antonio Orenga quiere curarse en salud antes de arrancar. «El equipo está con muchas ganas e ilusión por comenzar el campeonato. La preparación ha sido buena y llegamos todos sanos -aunque con las dudas de Rudy y Abrines y el descanso forzado de Reyes-. El camino que nos queda todavía es largo y tendremos que medir los esfuerzos», declaraba, sabedor que una actuación como la sexta plaza del Mundial 2010 sería inadmisible para él.

Inadmisible y muy sorprendente. Pero por si acaso, apuesten a la baja, que se forrarán.

Empieza la lucha para llegar al «carnaval» de Río 2016

Por muchas pasiones que levante el Mundial, la cita por selecciones más importante es la de los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Brasil, como selección anfitriona, es la única clasificada, y el evento mundialista solo otorgará un billete de los 11 que toca repartir: el del campeón.

Eso convertirá los torneos continentales de 2015 en una pelea a brazo partido por un sitio en la cita carioca. En Europa, la selección española no quiere oír hablar del Eurobasket; mejor si logra el oro mundial y da refresco a sus viejos «juniors de oro», amén de evitarse a una Francia con Parker y Noah, una Croacia con Saric, Tomic, Hezonja... o una Turquía renovada, por no hablar de Grecia, Italia, Lituania o Rusia.

El torneo europeo otorgará billete olímpico a los dos finalistas, igual que el Torneo Fiba América, mientras que África, Asia y Oceanía solo sumarán un representante por continente.

Por otro lado, si los Estados Unidos no ganan el Mundial, el evento americano puede ser un drama, ante todo para Argentina. Tener que competir ante los Estados Unidos reduciría el premio olímpico a un solo equipo, y Venezuela, México, Puerto Rico... acechan a los de Julio Lamas.

Así, cualquier error condenaría a una albiceleste que enfila la recta final de su generación dorada -Ginóbili ya camina a la cuarentena, igual que Prigioni, mientras que el bajón físico de Scola y los achaques de Nocioni y Delfino son cada vez más evidentes- a un preolímpico en 2016 con solo tres billetes y muchos candidatos ávidos de sumarse al «carnaval» de Río. A. G.

«Lobos» fineses, «Tall Blacks», el «Frankenstein» otomano, ucranios y dominicanos

En efecto, el Bizkaia Arena de Barakaldo tendrá en la selección de los Estados Unidos su mayor atracción. Pero otros cinco equipos, a cada cual más peculiar, se repartirán tres plazas para octavos.

Los «Lobos» de Finlandia serán el primer rival de los estadounidenses. Dirigidos por Henrik Dettman, una suerte de «maestro zen» que practica un juego alegre, basado en el triple y carente de juego interior. Con Petteri Koponen al frente y 7.000 aficionados, darán guerra casi siempre.

Turquía, por su parte, es la selección llamada a terminar segunda. Pero fuera de casa no da una, está asolada de bajas y la irregularidad de sus estrellas Omer Asik y Preldzic convierten esa selección con aura de gigante en un «Frankenstein» que sigue perdido entre dos aguas.

Entre aguas de guerra navega Ucrania. Si los de Mike Fratello juegan centrados, podrían llegar a octavos; si no, tal vez le den bola al escolta de 1997 Mykhailiuk, un talento anotador de primer orden. Su rival será una República Dominicana basada en el alero de los Rockets Francisco García.

Nueva Zelanda, sin Pero Cameron, lejos tiene la cuarta plaza de 2002. Con todo, le bailarán la «haka» hasta a los EEUU. A. G.