Los cuentos tradicionales no pagan derechos de autor

Se supone que a ver una película de animación basada en un cuento infantil, siendo uno un espectador adulto, ha de ir lleno de ingenuidad y libre de prejuicios. Pues ni por esas, porque «Las nuevas aventuras de Caperucita Roja» no cuela, ni aunque te pongas el pantalón corto y la gorra con visera. Así se explica que haya tardado tres largos años en estrenarse en nuestro mercado, después de no haber podido recuperar en las pantallas de los Estados Unidos los 30 millones de dólares invertidos, y eso que ha sido distribuida por los todopoderosos hermanos Weinstein.
Como secuela ya llegaba tarde, teniendo en cuenta que «La increible pero cierta historia de Caperucita Roja» se estrenó en 2005, y que el público infantil que va a ver la nueva entrega pertenece ya a otra generación, por lo que sus productores se lo tenían que ganar otra vez. No ha podido ser, debido a que carece por completo del factor sorpresa del que sí dispuso su precedente. Recuerdo que entonces el exitoso eslogan decía: «cómo ha cambiado el cuento». Tanto que resultaba irreconocible, a fuerza de transformar los personajes y alterar su buen comportamiento hasta poner todo el relato patas arriba. La clave estaba en aplicar a una película tolerada la incorrección política de las comedias de acción con personajes reales a la moda, pero la fórmula deja de funcionar al tiempo que los gustos evolucionan, tanto los de los niños y niñas como los de sus acompañantes de otras edades.
Hay que tener en cuenta además que «La increible pero cierta historia de Caperucita Roja» fue un producto que lo fiaba todo al guion humorístico, descuidando la calidad técnica y acabado de la animación. Al fallar argumentalmente la continuación todo el inconsistente entramado se viene abajo, y aquel aire de burda caricatura pierde su gracia.
Lo que queda es como una imitación barata de «Kung Fu Panda», con Caperucita entrenándose en un templo oriental para incorporarse luego a una agencia de detectives encargada de poner finales felices a los cuentos. El caso a resolver es el del secuestro de Hansel y Gretel.

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