Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Frankenstein en la Moncloa

Hallábase este servidor de ustedes a punto de finiquitar la compra de medio kilo de ciruelas claudias, una lechuga «crispilla» de la Magdalena, un par de tomates de Mendigorria, kilo y cuarto de potxas y una cabeza de ajos falcesinos cuando, desde la radio encendida para amenizar la mañana, una voz pelín gangosa afirma: «Y quiero señalar en un día como hoy que la solidaridad es la mejor manifestación de nuestra identidad como españoles. Y que esta generosidad pues hace que los órganos vitales de los españoles den vida a otras personas sin importar de dónde vengan; esta realidad hace que, por ejemplo, un andaluz viva con un corazón catalán o que un gallego tenga larga vida pues gracias a la generosidad de un madrileño y así en un círculo virtuoso sin fin nuestro país expresa con naturalidad y con normalidad una fraternidad que es patrimonio de todos los españoles» (sic), tras lo cual observo la perplejidad que manifiesta el rostro de la dependienta de la frutería, nos miramos ojipláticos y, al momento, acude la risa. «Qué ocurrencias, este hombre es hinchante», sentencia la frutera al tiempo que me acerca la bolsa con la compra.

Caigo en la cuenta que las declaraciones del hinchante Mariano son lanzadas hacia Catalunya que celebra su Diada Nacional previa al referéndum. Realizadas durante una visita a las instalaciones de la Organización Nacional de Trasplantes y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid al que hay que añadir el ingenio y la chispa del registrador de la propiedad gallego capaz de convertir desastres ecológicos en simpáticos hilillos de plastilina. El silente Rajoy cuando habla no tiene desperdicio. En España nos encontramos en «un círculo virtuoso sin fin», dice. Como aquello de «tú me das cremita, yo te doy cremita», pero a lo bestia: yo te doy un hígado y tú el riñón izquierdo. Bajo la supervisión de Mariló Montero, que limpiará los restos de alma de los órganos, catalanes entregarán sus corazones a los andaluces y estos donarán a aquellos una parte de sus mondongos; aragonesas y cántabros intercambiarán bazos y escrotos; extremeñas y astures, perineos y córneas; castellanos y baskonas, meninges y peronés.

Así, como fruto del espíritu revivido del Dr. Frankenstein en el cuerpo de Mariano, la siempre España invertebrada al fin será vertebrada a golpe de bisturí e intercambio de órganos.

Señor, danos paciencia.