Aperribay debe tomar la decisión y ser apoyado
El Consejo de la Real entra en una de las semanas más complicadas desde que Jokin Aperribay dio el paso de presentar la remoción al de Iñaki Badiola cuando el club estaba destrozado, en Segunda y en una situación económica crítica. El presidente blanquiazul es el máximo responsable de que el club haya pasado de ser el hazmerreir de Segunda a clasificarse para la Liga de Campeones y para la previa de la Europa League en las dos ultimas temporadas y tenga una economía envidiada por todos los clubes.
Ante las lógicas dudas que puede tener ahora el Consejo y la dirección deportiva sobre la conveniencia de destituir a Jagoba Arrasate, el que debe decidir es Jokin Aperribay, que ha acertado siempre a la hora de mantener a los entrenadores en situaciones delicadas. Así acabó la temporada 10-11 con Lasarte pese a sumar un punto en siete partidos. La campaña 2011-12 aguantó una serie de dos puntos en ocho jornadas con Montanier, en la 2012-13 tras comenzar con diez puntos en diez encuentros y el año pasado con Arrasate tras sumar siete en los primeros ocho.
Mantener a los entrenadores, casi siempre en contra de la opinión de los aficionados, ha sido clave en la estabilidad que ha caracterizado a la Real con Aperribay en lo deportivo y en lo económico y por eso, aunque sea impopular, lo coherente es que el presidente realista mantenga en su puesto al técnico de Berriatua por lo menos hasta el sábado. Si Aperribay cree que lo mejor para el club ahora es no cambiar de entrenador es quien debe imponer su criterio porque ha acertado tantas veces al tomar decisiones impopulares -siempre basadas en su conocimiento del fútbol y de la Real-, que tiene derecho a equivocarse y se merece que todos -técnicos, consejeros, jugadores y los que formamos el entorno- apoyemos la decisión que tome el presidente blanquiazul.
Por eso, aunque sea una apuesta complicada, lo mejor es que Aperribay haga valer su decisión favorable a continuar con el técnico una semana más y que Arrasate responda a esa confianza del presidente y apueste por los jugadores que mejor están y por un capitán que dentro de unos años va a pasear por La Concha y va a llevar a sus hijos a Anoeta. No es el momento de jugar bien o de justificar un fichaje de Finnbogason disparatado. La situación exige otra cosa porque, si no hay respuesta, no habrá otra oportunidad.

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